Unos 3.300 km separan mi casa de esta ciudad escandinava que visito con motivo de presenciar una portentosa exhibición de TOOL. Si recuerdan ustedes, ya el 2 de julio de 2019 tuve la ocasión de verlos en Lisboa, gracias a la intercesión de mi viejo amigo Mariano Barroso. Esta vez fuimos de nuevo, junto a su hermano Álvaro, al que hacía diez años que no veía.
Como el sitio está lejillos, de mi casa a Bollullos de la Mitación, donde se encuentra la empresa de Mariano, fui en moto. Allí nos juntamos los miembros de la expedición, con la ausencia in extremis, por causa mayor, de nuestro querido Salva, que se tuvo que quedar en tierra esta ocasión. Hasta Málaga nos transportamos en coche de categoría, pasamos la noche en un hotel en las cercanías del aeorpuerto para pegar madrugón y pillar un vuelo a las 6:30, avión directo al aeropuerto llamado Arlanda, a las afueras de la capital escandinava. Cabe señalar la magnífica cena en el restaurante-asador "Iñaki", en Málaga, donde disfrutamos de la mejor carne de vacuno que he comido en toda mi vida (y más cara también).
Dormí poco, entre los nervios por la expectativa, la abusiva cantidad de alimento que ingerí, y las pocas horas en la cama. Un avión repleto de vikingos nos aguardaba, tras un rápido proceso para embarcar. Pronto nos dimos cuenta de que en el Norte de Europa la pandemia es cosa del pasado casi lejano ya.
Llegados a Arlanda tras un vuelo tranquilo de 3:55 horas, y un aterrizaje pésimo por su brusquedad, tomaríamos un tren rápido cuyo único objeto es enlazar el aeropuerto con una estación al efecto en el centro de la ciudad, lo que lleva unos 20 minutos. Estocolmo nos recibía en una mañana fría con algo de viento y nubes que iban y venían. Máxima de 8-10 grados, mínimas rondando los cero grados. Más frío que en el invierno más crudo de mi ciudad. Esta inclemencia no nos quitó las ganas de pasear durante horas por esta ordenada, amplia, y limpia ciudad, llena de gente bien vestida, coches muy caros, y bellezas nórdicas propias de las añoradas películas de Esteso y Pajares.
Pongo ahora por aquí una recopilación de instantáneas, algunas mías, y otras de mis compañeros de viaje. Observarán ustedes que Estocolmo es una ciudad llena de puentes, pues se configura como una serie de muchas islas unidas unas a otras por este recurso arquitectónico, con multitud de canales y ríos. También llama la atención lo bien hechos que están los carriles bici, generalmente separados tanto de aceras como del tráfico a motor.
El orden de las fotos no guarda ninguna relación espacio-temporal, pues cuando las subo a Blogger, éste las ordena con un algorritmo que no comprendo, carente de toda lógica.
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Ejemplo de carril bici, absolutamente respetado por lo peatones. |
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Plazas de amarre para que los ciudadanos puedan atracar sus barquitos. |
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Arquitectura neoclásica por doquier y canales de aguas gélidas. |
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Tienda de discos con luminoso del último álbum de los RHCP |
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Frente al domo Avicii Arena, antes Ericson, el más grande del mundo. |
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Álvaro pidiendo una tregua para que su maltrecho tobillo pueda descansar. |
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Jamás disfruté de mejor carne, vaca de concurso gallega de 8 años. |
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Edificio que alberga un Spa de 1903 |
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Con Mariano, el impulsor del viaje. |
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Una vikinga que pisaba con garbo. |
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Caminata de 5 km desde hotal hasta concierto. |
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Mariano regaló a su hermano este parche firmado por los componentes de Tool por su próximo cumple. Álvaro, que casi llora, es baterista. |
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Interior del Avicii Arena |
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Al fondo se divisa la teta blanca. |
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Muy entretenido show de los teloneros, Brass Against |
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Escenario rodeado de cortina de led para Tool. Vanguardia del ROCK, con mayúsculas. |
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Mi entrada |
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Carriles ribereños |
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Invento para subir y bajar bicicletas. |
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Curiosidad. |
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En el impoluto, moderno y bien cuidado tren de Arlanda al centro. |
El concierto acabó, cogimos un Uber para volver al hotel pues era tarde, hacía frío y amenazaba lluvia, y como habíamos almorzado bien, y era hora intempestiva para cenar en esas latitudes, decidimos irnos a la cama.
Al día siguiente, tras magnífico desayuno en el bufet del hotel, hicimos el camino inverso al aeropuerto, y el vuelo de vuelta a la península ibérica, aderezado por el llanto de varios bebés cuyos padres no renuncian a tomar unos días de vacaciones a miles de km de su hogar pase lo que pase, y molesten a quien molesten. Esta vez fue con Airways, una compañía alemana, con una azafata bastante siesa, sin wifi, y tuvimos sentados detrás a tres rusos que no dejaron de beber cubatas de vodka en todo el viaje y de molestar saliendo una y otra y otra vez, dando golpes y meneos en el respaldo de mi asiento. Es lo que hay, ajo y agua. Para más inri, el aterrizaje se demoró quince minutos porque el piloto quería que se disipase una tormenta que había sobre el aeropuerto. Menos mal que, al menos, pude ver una divertida película en el ipad de Mariano, escuchada a la perfección con unos de esos modernos auriculares con modo de aislamiento acústico electrónico (funcionan de puta madre!!!). El retorno por carretera fue en el mismo coche que a la ida, un BMW X4 a cuyos mandos me puse yo, mientras el dueño iba resolviendo problemas con clientes al teléfono. De este coche hablaré en próxima entrada.
Los protagonistas del show, en su elemento (fotos de la web setlist.fm) el mismo día del concierto:
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Danny Carey |
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Justin Chancellor |
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Maynar James Keenan |
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Adam Jones |
Sobre el show, ¿qué contar que no se haya dicho o escrito ya? Los precedentes son abrumadores, una banda que desde principios de los noventa lleva comandando con mano de hierro el rock progresivo, la calidad compositiva y técnica sin parangón, los directos de perfecta ejecución, el montaje de escenario-luces-videos. Todo es perfecto con Tool, y como dice Álvaro, "no es normal, estos tipos saben algo que el resto de la humanidad no sabe, está claro".
Seis temas de su último álbum, estrenado justo antes de la pandemia global, junto a algunos grandes éxitos (aunque hay que pensar que TODOS sus temas son buenísimos, no podría decantarme por uno concreto para decir que es el mejor, ni hay canciones malas. La calidad es el sello inequívoco de la banda).
El setlist del concierto fue:
Fear Inoculum: Para abrir boca, este absoluto temazo que da nombre al último LP, muy apropiado para todo lo que vino poco más tarde, la inoculación del miedo, que comienza con una intro propia de las genialidades del batería, acompañado de un machacón riff de la guitarra jugando con el potenciómetro del volumen, hasta que entra el bajo en una de sus habitualmente espectaculares entradas. Ya se venía abajo el Avicii Arena. La canción, que es un claro ejemplo del estilo que ha ido adquiriendo Tool últimamente, entre lo épico y lo progresivo, va en un constante in crescendo, cada vez más duro, más metálico, más heavy, pero inundado de melodía y cambios de ritmo. Tras cada momento de relajación vendrá un reforzamiento de la energía que lanzará a los headbangers en una cada vez más duro y alocado éxtasis. BRUTAL, no pudo haber un comienzo más emocionante y desgarrador. Un par de lágrimas se me escaparon sin remedio, y le dije a Mariano, cuando este tema acabó "para esto estamos aquí, sólo por haber escuchado este tema ha merecido la pena el viaje, yo ya me podría ir satisfecho". Inocente de mí, no sabía lo que estaba por llegar...
Opiate²: Título que da nombre al primer EP de la banda, allá por el 92, en esta ocasión en versión alargada hasta casi los diez minutos, traslada recientemente a Single, que casa perfectamente con el espíritu de la actuación en directo. Tema muy melódico, precioso, machacón pero de una trascendencia casi metafísica. Podría estar escuchándolo horas en modo repeat, sin cansarme jamás. En Estocolmo, una locura de decibelios con un final arrollador en el que Danny Carey se queda a gusto machacando el doble bombo y los platillos, mientras Adam Jones recurre a toda clase de sortilegios con su púa.
The Pot: Temazo del trascendental álbum "10.000 days", el penúltimo, lleno de subidas y bajadas, cambios de ritmo, en el que contrasta la perfecta voz de Maynard, a ratos suaves, a ratos desgarradora, con la dureza de guitarra y bajo (que recurre a distorsiones, flangers, wah wah y otros efectos), todo bajo la batuta del que creo que es el verdadero líder, la batería. Efectos impresionantes de ecos, chirridos, ritmos casi de himno, veinticinco riffs diferentes, el público enloquece, casi no queda nadie sentado en las butacas de la platea.
Pushit: Perteneciente al álbum "Aenema", con el que descubrí personalmente a esta banda. De repente un poco de calma, una canción que empieza con un tempo aparentemente tranquilo, con casi total preponderancia de Maynard, que se mueve con su peculiar estilo agachado y pies muy separados, allá atrás, en la penumbra de unos subescenarios a derecha e izquierda del set de la batería. No quiere más protagonismo que el que su propia magistral voz le otorgue. A mitad de la interpretación se produce una especie de calma con una intervención prácticamente a capela, con el leve acompañamiento de un bajo apenas insinuado, y toques de guitarra acústica aquí y allá, a ritmo de suavísimos toques de platillo, que rompe, como siempre, en una marea en la que aparentemente bajo, guitarra y batería va cada uno por su lado, pero vuelven a coincidir una y otra vez en un caos perfectamente pensado, una coreografía sónica que se vuelve absolutamente contundente, y pasa a un final brutal lleno de watios y watios, de vibración, de oleadas de sensaciones, con final de esos que no parecen un final.
Pneuma: Por fin, uno de los temas más esperados del setlist. Quizá el tema más heavy del último LP, muy metálico, en el que se recurre a trucos del rock más noventero, a ratos verdaderamente duro, pero tan tenso y emocionante que no pude dejar de ver con los ojos humedecidos y la boca abierta, sin salir de mi asombro. Sonó absolutamente compacto, como sólo un tema tan roquero y tan pesado debe sonar, sin piedad, una absoluta disposición de poder, donde cada instrumento tiene su momento de protagonismo, y los tres a la vez. Cuando lo escuchaba, me preguntaba cuánto tiempo les habría llevado componerlo y llegar a ese extremo de perfección... Adam, impecable pelo liso y planchado para la ocasión, deja la guitarra por un rato y se pone a tocar un organito a la izquierda del escenario, jugando con potenciómetros, Justin Chancellor se retuerce como una gárgola de dos metros de altura con sus sempiternos tirantes y camisa a cuadros, Jimmy baila compulsivamente. El riff vuela, se endurece, sube y sube, el bajo y la batería se vuelven locos (o lo parece), y de repente se silencian dejando a la guitarra haciendo un riff clásico brutal, propio del más arrasador trash metal, que acaba con un cambio en el que entran compactamente (una vez más) bajo y baquetas, con el remate de la voz de Jimmy "neumá!!!!". Dios santo y bendito, casi lloro mientras escribo esto recordándolo...
The Grudge y The Patient: Ambos de "Lateralus", el primero un aclamado éxito dentro y fuera del escenario, muy potente, con ritmo sincopado marca de la casa. Aquí se nota más la presencia del frontman, no tan frontman, y guitarra, bajo y batería aparecen frecuentemente marcando un ritmo al unísono. Danny Carey ya daba muestras de innovaciones rítmicas que, a la postre se convirtieron en seña de identidad de Tool, y algo que los hace absolutamente tan únicos como poco imitables. Una canción que habla del rencor, ¿cómo podría esperarse que es? Cruel, despiada, dura, y triste a la vez. Y ese famoso alarido casi al final, interminable, desgarrador, terrible.
En cuanto a la segunda, canción que no esperaba encontrar aquí, un regalo para los sentidos. Aunque más lineal que todo el resto del repertorio, no deja de ser un temazo, con un comienzo muy tranquilo, pero que tiene una fase de puro metal, de lo más fuerte y heavy, con Adam Jones sacando armónicos distorsionados de su Les Paul mientras Maynard se destripa cantando sobre la paciencia, el ego, y la reconciliación.
Descending: Del último disco, lo pude disfrutar en Lisboa. Un claro ejemplo del Tool más moderno, junto con Fear Inoculum, Pneuma e Invincible, con un estilo bien definido, guitarras claras y distorsión sin límites, pero sonido muy limpio; bajo con muchos efectos; batería que yo no se debería llamar así, pues Carey se encarga de enseñarnos que un baterista es algo mucho más que aporrear unos timbales sin ton ni son. Maynard nos regala una intro con muchos efectos en la voz, pero enseguida pasa a cantar a pecho descubierto, acompañado suavemente de los demás. Como es costumbre, después de dos temas duros y emocionantes, toca un poco de calma para bajar los ánimos del personal... pero esto dura poco. El cantante nos llama a las armas y al orden, mientras presenta una realidad muy negra. La guitarra adquiere de nuevo el protagonismo. Otra orgía más, viva el desenfreno!! Nuestras cabezas se vuelven locas, ¿cómo es posible crear algo así, tan perfecto? Nada falta y nada sobra. Y todo tan perfectamente ejecutado que da miedo. Saben algo que los demás no. Es así. Remate espectacular con el solo de guitarra de Adam Jones, que mete varios efectos y se emborracha de sí mismo haciendo que se hunda el Avicii Arena.
Hooker With a Penis: Otro de "Aenema", directo, rápido, muy bueno (como todo, qué pesado soy, lo sé), con un final de desenfreno en el que la sección de cuerda compite por ver quien logra el acople que rasgue la noche más fuertemente, eso sí, con total respeto a sus instrumentos que salvaron la situación sin sufrir daños.
Intermission: un descanso de 12 minutos exactos para que la peña vaya al excusado o pida una birra.
Chocolate Chip Trip: Una de las mejores sorpresas de la noche. Danny Carey, una vez más, nos alucina, nos enamora. Juega con una mesa de mezclas, hace unos samples, organiza unos ritmos electrónicos que deja como base para un corto solo de batería. Cuando lo escuché en el LP "Fear Inoculum" por primera vez pensé que esto era una ida de olla. Visto en directo todo cobra sentido, pues hay otra fuerza, otra intensidad, otro carácter. Se batería de una banda como Tool te lleva a ser así. O quizá es al revés, un batería así es lo que lleva a Tool ser Tool.
Culling Voices: se apagan las luces y al volver de nuevo, aparecen los miembros del grupo sentados al frente del escenario, preparando una larga intro acústica, Danny también con una guitarra. Jimmy canta suavemente este tema que se configura como quizá el más básico del último trabajo de la banda, más cercano a su antiguo estilo, algo más roquero, que rápidamente explota cuando Carey se pone a los mandos de su enrevesado set de batería. Trata uno de los temas más recurrentes de Maynard, problemas mentales, sicopatía, voces que te hablan... Rock puro y duro, progresión, cénit, y vuelta a empezar. Un tema machacón y a ratos bastante duro, algo más diferente que el resto del álbum, pero igualmente fascinante.
Invincible: Dado que el tiempo amenzaba lluvia, y viendo las miles de personas que llenaban el Arena, decidimos pasar de este último tema (que ya habíamos visto en directo en Lisboa), para salir rápido y pillar un Uber que nos llevara cómodamente al hotel. Fue una pena, pero creo que hicimos lo correcto, pues la perspectiva de volver a pata de noche, con frío y lluvia, los cinco kilómetros, no era nada apetitosa.
Nos fuimos contentos y felices por lo vivido, muchas sensaciones, muchas emociones, gran experiencia.