domingo, 5 de julio de 2020

Singletrack fury: el infierno amarillo

Yo había ya notado que las rulinas, ruletas, o como quiera que se llamen esas ruedecillas que guían la cadena en su paso por el desviador trasero, estaban un poco desgastadas, se habían afilado hasta llegar a pinchar al tacto. 
Lo que no sabía era que podía ser tal la causa de que aunque la bici subía y bajaba velocidades perfectamente, en determinadas ocasiones podía dar lugar a una mínima variación (a modo de holgura) en el ajuste puntual cuando se aplicaba potencia de verdad, sobre todo al pedalear de pie para superar un repecho: en esos momentos ocurría un ligero desplazamiento de la cadena como si estuviera a medio cambiar, lo que producía un enganche dando lugar a doblar algún eslabón. 
Hubo una salida en que me ocurrió tres veces, y sólo pedaleando con sumo cuidado logré terminar la ruta. 
Como todo estaba bien ajustado, supuse que la única causa podría ser esa, aunque no descartaba que la piñonera estuviera gastada, o la cadena ya vieja, por ejemplo. 
De modo que compré un repuesto de las rulinas, piezas originales SRAM para el desviador X-9, y aquí pueden ver la diferencia, a la izquierda una gastada, y la derecha la nueva:


Para probar si era eso o no lo era, qué mejor que hacer una ruta para explorar la zona de más allá de la carretera forestal de Las Cumbres, digamos la zona norte del pinar del Campo Común de Abajo, que salvo un par de largos senderos que descubrí hace un par de semanas, nunca he investigado a fondo, o si lo hice no me acuerdo. Se trata de la zona que se encuentra dentro del sector perfilado en color rojo de la siguiente imágen:


Para guiarme decidí utilizar el track de la VI Media Maratón Pinares de Aljaraque del que se pueden encontrar varias unidades en Wikiloc.

Pero para mi desgracia, me encontré con cosas tan incomprensibles como habituales en estos parajes. Nada más desviarme hacia la derecha en busca del canal de abastecimiento para llegar a la zona a explorar, compruebo horrorizado que han desbrozado varias hectáreas produciendo lo que se percibe como un auténtico desastre o destrozo ecológico. No sólo es borrar senderos, sino verdaderos caminos ancestrales y de servidumbre pública, haciendo imposible la circulación libre por el entorno natural. El paso y trasiego de maquinaria pesada, las labores de tala y destrucción de la madera, el posterior transporte... Suponen meses de polvo, ruidos, y el cambio absoluto del paraje tal y como lo conocíamos, para convertirse en un paisaje apocalíptico. Pareciera que una terrible batalla se hubiera librado allí. 


Imposible transitar. Empujando la bici logré salir de la trampa en que se convirtió aquel emplazamiento, y fui directamente a la carretera de servicio del canal, donde me incorporé al track por el lado más septentrional de la ruta, que era, en verdad, donde residía mi mayor interés.
Pero pronto descubrí que el 90 por ciento transcurría por un enduro de motos, lleno de terribles bancos de arena (problema agravado por lo seco del terreno), y repechos con profundas rodadas y más arena, algunos con una pendiente que los hacen imposible para subir en bicicleta que no sea con asistencia eléctrica, o sea, con motos. 
Me hubiera gustado presenciar la carrera cuando se realizó allá por febrero o marzo del año pasado, a ver quién y como subía por estos sitios:



En las fotos quizá no se aprecia la inclinación, pero creo que hasta me costaría superarlas con mi KTM... No digo que no pudiera subir algún máquina del btt local, top ten del campeonato de Andalucía o similar. No. Pero yo me considero en la media en técnica, y subir un repecho no iba a suponer un derroche de energía del que yo no dispusiera. Y si de la media para abajo no iba a superar eso, ¿cómo se le ocurre a los organizadores poner tales obstáculos en una ruta competitiva? Dudo que el 90% de los participantes sean capaz de subir pedaleando por los varios repechos de similares características que encontré, hasta que desistí de seguir por el track y me interné en la zona que mejor conozco, al Sur de la Carretera Forestal, con sus senderos perfectamente ciclables, agradables, sombreados y muy entretenidos.
Quizá se quiso dar el punto de dureza que se creía necesaria para una ruta competitiva, pero hay que contar con que el terreno que hay en el pinar es el que es: no hay grandes cuestas que agoten las piernas de los ciclistas, ni sucesiones de sube-bajas como en el enduro de Cartaya, también llamados "rompepiernas". Si no se puede, no se debe forzar la situación creando un track que es una sucesión de puntos en los que hay que echar pie a tierra y pegarse un pateo en un terreno resbaladizo lleno de arena y roderas. Eso no es btt, eso es cicloalpinismo, es otra cosa. Es endurecer artificialmente y sin sentido. Pero desde luego no es montar en bici.

Como consecuencia del tiempo perdido en el campo de batalla del desbroce, y en los pateos y porteos varios, tuve que recortar la ruta y finalmente salieron menos km que los que quería hacer.

Bueno, hay que sacar el lado positivo de todo, y he aprendido un par de cosas: que las rulinas hay que cuidarlas un poco más; que la zona al Norte no es adecuada salvo un par de singletracks.

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