Cinco o seis días lloviendo se tienen que notar, y cierto es que el campo lo agradece: el verdor aflora por fin, sábanas clorofílicas se extienden entre los pinos, y los senderos están más disfrutables que nunca!
Y la Sawyer, que gran máquina. Es dulce, pero firme; rígida, pero absorbente; grande, pero manejable; pesada, pero rápida. Es una mezcla entre el old y el new school. Y me encanta. Sigo jugando con las presiones de las ruedas, buscando el mejor compromiso entre amortiguación y seguridad.
La mañana amaneció con algo de niebla, lo que suele ser presagio de buen y soleado día, como a la postre se confirmó. Bien. Y en el bosque de pinos surcado de pistas (para los pisteros) y trazado de senderos y caminitos (como los llama El Bocina), como un laberinto, como una telaraña, el bosque como iba diciendo me regala sorpresas, hoy un par de singletracks nuevos para mí, uno de ellos muy reciente. Mientras tanto, decido inmortalizar uno de los carteles que anuncian el nombre y propiedad intelectual de uno que es muy bello:
Perdonen la sobreexposición, pero la hice sin gafas y un poco deslumbrado... |
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