martes, 3 de diciembre de 2019

Singletrack fury: km

Hay que ponerse en forma, coger un fondo mínimo, y eso se gana haciendo km y km. Hay otros modos, los más pro van al gimnasio, siguen dieta estricta, practican entrenamientos intensivos con series y cosas de esas. Sí, muy pro.
Uno es más cazurro, y no tiene mucho tiempo para distraerse con tontunas, la verdad. Así que me dedico a lo que me gusta. Y para disfrutar más hay que estar más fuerte, más resistente, más duro. Mejor, en suma.
Pues hoy cayeron 43 km en 2:20 horas, se me hizo de noche, y el relente y el frío estuvieron amenazando aunque no llegaron a hacer mella.


Tuve tiempo de entreterme a tirar un par de instantáneas al poco de entrar en materia, tras abandonar el horrible carril bici. Lo odio, lo odio y lo odio, pero hoy tocaba sumar trabajo en las piernecitas, orbitando el planeta pedalier, palante y palante. Pues como digo paré para estas fotillos, y ya no paré más porque sabía que había una especie de contrarreloj casi invernal ya. El Sol cae rápida e irremediablemente sobre las 18 horas esté yo donde esté, y nunca llevo luces. Ni tengo.


El motivo de parar en esta ocasión fue, principalmente, inmortalizar el momento del descubrimiento de un sendero nuevo para mí, ciertamente bonito, de los que hacen afición. Más tarde empalmé con otro también novedoso. Sólo eso ya ha hecho que mereciera la pena la salida de hoy. Es un lujo poder disfrutar de esos caminitos entre pinos, y aunque algunos van desapareciendo con las acciones de desbroze y tala, otros nuevos se van creando. 

La Trek Sawyer, una 29er de acero, de la vieja escuela, un poco mejorada con horquilla de suspensión específica con geometría G2 (ideada por el mismo que diseñó el cuadro, el mismísimo y gran Gary Fisher, gurú montambaiquer y pionero de este noble arte-deporte) y unos frenos Hope que son una belleza tallada en la masa (CNC le llaman), muy regulables y eficaces, además de un juego de ruedas un poco más ligeras que las de origen y con buje trasero Hope de sonido chulo. Hacía mucho que no la metía en el monte, y me he reencontrado con aquellas sensaciones que me enamoraron de ella. Mi relación con la Sawyer ha sido algo cultivado, trabajado, un amor consolidado con el trabajo de mucho tiempo y pedaladas por los mismos pinares que hoy visité. Es una magnífica bici, fácil, eficaz, rápida y manejable a pesar de su peso. Y aún así, a pesar de lo bien que me va con ella, no sé si ese tamaño de rueda es demasiado para mí, dada mi estatura de celtibérico común, más bien tirando a Landa que a Gasol. Definitivamente, soy de la vieja escuela para casi todo, pero eso tampoco es malo, eh.
Hoy ha sido de esas tardes en que me he sentido muy libre, fantásticamente feliz, he gritado, he reído yo solo entre los árboles, y he sonreído mucho. Muchísimo.
Y todavía algunos dicen que la bici es para sufridores, jajajjajajajjaj

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comente, quédese a gusto, pero si firma como anónimo nadie lo verá.