Oh, amigos, justo cuando ya me veía acudiendo al servicio de algún profesional de la mecánica boloñesa, aproveché la tarde del domingo para gastar el último cartucho.
Me da un poco de coraje, pues desde el principio tuve la intuición o pensamiento de que el tema era algo de bomba de inyección. Pero es que ya desmonté la bomba para cambiar el filtro de combustible hace tres meses, y la operación no es difícil, pero sí ciertamente engorrosa porque implica quitar el tapón de la boca de llenado... y volverlo a poner, y eso es un coñazo bueno.
De modo que he ido comprobando todo lo comprobable, hasta que ya no he tenido más remedio que meter mano al depósito. Un puto manguito, un simple, barato y puto manguito.
Todo cuadra, desde los síntomas, hasta la progresión del empeoramiento: con cada nuevo uso, la raja iba en aumento, hasta el punto de que la última vez ya no fui capaz de arrancarla.
La felicidad es en mí, y quizá me estoy precipitando y vendiendo la piel del oso antes de cazarlo... pero espero que esto no sea la manifestación de otro problema diferente, como un atasco en algún punto del sistema de alimentación, cosa altamente improbable, aunque plausible.
Sea como fuere, una avería muy leve causada por el propio envejecimiento, pues pretender que un manguito sumergido en gasolina durante más de dieciocho años siga rindiendo como el primer día es, cuando menos, de una inocencia rayana en lo infantil.
Espero poder adquirir el repuesto cuanto antes, y hacer pronto una prueba que sea satisfactoria.
Ou yeah.
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