- Algo que nunca podré tener.
- A la deriva y en paz.
- Lo frágil.
- Lo venidero.
- Ido, todavía.
- El día que el mundo se fue.
- Y todo lo que podría haber sido.
- La persistencia de lo perdido.
- Dejando la esperanza.
Aunque pudieran parecer declaraciones, observaciones, o meras descripciones de cómo uno se siente a veces, no son más que los títulos de los temas del disco dos de "And All That Could Have Been/Still" (2002) de Nine Inch Nails. Con esta obra magnífica, mitad grabada en un concierto en directo, mitad breve recopilación de algunas canciones de temática íntima (aunque ¿qué canción de Trent Reznor no lo es en mayor o menor medida?), uno tiene la sensación de estar montado en la vagoneta de una montaña rusa, lo mismo bajando a velocidad vertiginosa, que subiendo lentamente, acelerando, sufriendo una fuerte presión al tomar aquella curva...
Lo que me sirve, me viene de perlas, para pensar en aquellas cosas que una vez quise hacer y que, por hache o por be, al final se truncaron. Eso no es ni bueno ni malo, nunca lo podré saber, y me viene al recuerdo aquella fábula de origen oriental del chino cuyo hijo se partió una pierna en una caída del caballo.
Acometo el listado, que es más corto de lo que en un principio pude imaginar:
- Tener una hija. En mi mundo mental imaginario enfocado hacia el futuro ya tenía nombre, se llamaría Lola. No Dolores, ni mucho menos María Dolores. No. Se iba a llamar Lola. Seguro que me iba a dar muchos dolores (precisamente) de cabeza, pero en lo global, la suma, sería algo maravilloso.
- Ir con mi coche a Nurburgring Nordsleife. Tener el viaje organizado y truncarse es algo que me ocurrió. Ya no volvió a surgir la oportunidad de volver a empezar, incluso vendí mi coche. No es traumático, simplemente creo que hubiera sido un viaje casi épico, un must para todo petrolhead. Quizá no soy suficientemente aficionado. Quizá no lo quise con la intensidad necesaria.
- Hacerme entender, y querer convencer a otros de que mi opción es la correcta. He tardado mucho en comprender que cada persona vive su realidad de manera diferente, y que los conceptos del bien y el mal difieren de un sujeto a otro. No hay grandes diferencias, pero sí son suficientes como para chocar frontalmente a veces. Mejor dejar pasar, asumir nuestras diferencias y vivir en paz con uno mismo.
- Seguro que hay muchas otras cosas, pero ahora no caigo. O a lo mejor no había tantas como yo en un principio creí. Y eso es bueno. Seguramente soy conformista (no lo creo), o no deseé tanto como en un principio había pensado. De cualquier modo, qué más da. Soy lo que soy y no me arrepiento de nada.
Bola extra:
Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:
-Tu caballo se escapó, ¿qué harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!
El hombre lo miró y le dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y cayó al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tú eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.
El hombre, otra vez lo miró y dijo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!
Otra vez el hombre lo miró diciendo:
-¿Buena suerte o mala suerte? Quien sabe.
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