Me gusta ir a Monkey Road, no solo por su carácter social en cuanto a reunión de amigos que charlan de motos en un ambiente mecánico y sano, sino porque raro es el día que no aprendo algo.
Esta es la culata de una Honda NSS250 de 2007, también conocida como Mojonda Forza:
Cuando Antonio Lozano me dijo que había que hacer un reglaje de válvulas a este escutre, le dije que contara conmigo. Me gusta eso de poner las válvulas a punto, una tarea desconocida para la mayoría de los motoristas, que alguna vez han oído que es algo que hay que hacer, pero que pocos saben en qué consiste, cuáles son sus bases y su finalidad. El porqué, vaya.
De eso hay mucho escrito, y no me voy a extender aquí ahora.
Pero hablaré un poco de la NSS250 porque se trata de un caso peculiar. Sí. Ya de por sí, la mecánica de los escutres es peculiar, por decirlo amable y suavemente... cuando no se caga uno en las muelas de los diseñadores/ingenieros que deciden poner cada cosa donde la han puesto. Cada ejemplar de esta casi deleznable especie de objeto con ruedas tiene sus hechos diferenciales. Ubicación de periféricos, sistemas de transmisión, cableado, accesibilidad... es una quimera en la que a menudo es difícil penetrar. Pero dejemos esto para otro día. Quiero hablarles del curioso sistema de reglaje y ajuste de la holgura de las válvulas.
Históricamente, este juego existente entre la válvula y la pieza que debe empujarla para abrirla, se delimitaba mediante un conjunto de tuerca y contratuerca: se afloja la contratuerca, y apretando o aflojando el tornillo (que aquélla sujetaba de manera fija) se acerca o se aleja el balancín de apertura de la válvula. Es un sistema fácil, pero tiene sus limitaciones cuando se trata de obtener el máximo rendimiento a base de rpm.
Posteriormente vino el reglaje por pastillas calibradas, que es la norma hoy día en los motores modernos y con prestaciones dignas: la distancia que separa la válvula del balancín o de la leva directamente (según el caso), viene determinada por el espesor de una pastilla que se intercala entre ellos. Cuando hay un desgaste o la holgura no es correcta, hay que calcular el espesor que sobra o falta, y cambiar la pastilla por la que sea más adecuada. Este es un sistema más fiable y mantiene el ajuste por más tiempo.
Pero con la Forza nos hemos encontrado con algo que yo nunca había visto. Tiene la ventaja de que no hay que andar con galgas midiendo huecos, ni hay que desmontar culatines, árboles de levas, balancines ni nada: se trata de un sistema de excéntricas que se pueden manipular desde el exterior del cilindro. De modo que sólo hay que desmontar un par de tapas para acceder a la culata, destaponar los registros que nos permitirán saber cuándo se encuentra el pistón en PMS, y siguiendo el sencillísimo procedimiento que encontré en la red, en un manual de servicio del modelo del escutre en cuestión, se realiza el ajuste en un momento.
Como dato para que conste en el récord estadístico, decir que este vehículo contaba con 62.000 km y jamás se había hecho tal operación, y aún así apenas hubo que modificar el ajuste. Increíble. Sirve para hacerse una idea de la calidad de este producto japonés que, aunque exento de alma o belleza, incapaz de producir más sensaciones que una lavadora, un friegaplatos o un horno microondas, es decir, que nació con el objeto de servir como otro electrodoméstico más, tiene cierta calidad en su concepto, una idea ésta de los ejes excéntricos que sujetan a los balancines que no parecía ser muy fiable a priori sobre el papel, pero que para los fines del susodicho aparatejo va de lujo.
Al César lo que es del César, sí señor.
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