sábado, 20 de octubre de 2018

El infierno de lo igual

Me ha llegado un artículo que habla sobre un tal Byung-Chul Han (Seúl, 1959), un filósofo actual. Sí, los hay, pero son tantos y algunos tan estrambóticos, que pasan totalmente desapercibidos. En las redes no se les ve, y los medios de masas los ignoran porque ya se sabe que ese es un tema que no interesa...


Como sé que leer cuesta y cansa, les haré un extracto, y quizá algún comentario.

Este filósofo parece ser uno de los más reconocidos diseccionadores de los males que aquejan a la sociedad hiperconsumista y neoliberal tras la caída del muro de Berlín. Libros como La sociedad del cansancio, Psicopolítica o La expulsión de lo distinto, compendian su discurso intelectual, cuya piedra angular es la igualación del pensamiento a que tiene la sociedad, sus causas y, por supuesto, las consecuencias.

“En la orwelliana 1984 esa sociedad era consciente de que estaba siendo dominada; hoy no tenemos ni esa consciencia de dominación”, alertó recientemente en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), donde el profesor formado y afincado en Alemania disertó sobre la expulsión de la diferencia. Y dio pie a conocer su particular cosmovisión, construida a partir de su tesis de que los individuos hoy se autoexplotan y sienten pavor hacia el otro, el diferente. Viviendo, así, en “el desierto, o el infierno, de lo igual”. Aquí me parece correcto añadir que es curioso que se apoye en un conocido libro de ciencia ficción, una distopía clásica, para ayudar a comprender mejor su tesis. No es la primera vez que esto ocurre, lo han hecho muchos antes que él, y de hecho, siempre se ha hablado que novelas como 1984, La naranja mecánica, Farenheit 451, Rebelión en la granja, etc, eran ejercicios de crítica social hacia donde iba encaminada la civilización.

Autenticidad. Para Han, la gente se vende como auténtica porque “todos quieren ser distintos de los demás”, lo que fuerza a “producirse a uno mismo”. Y es imposible serlo hoy auténticamente porque “en esa voluntad de ser distinto prosigue lo igual”. Resultado: el sistema solo permite que se den “diferencias comercializables”. Este es un efecto muy curioso, y los sicólogos y expertos de márketing lo saben bien: no hay nada como estimular la sensación de autenticidad, de diferencia, para vender un producto, y de ahí el éxito de muchas mercancías, sobre todo las relacionadas con el lujo (o supuesto lujo, claro, que esa es otra cuestión).

‘Big data’.“Los macrodatos hacen superfluo el pensamiento porque si todo es numerable, todo es igual... Estamos en pleno dataísmo: el hombre ya no es soberano de sí mismo sino que es resultado de una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba; lo vemos en China con la concesión de visados según los datos que maneja el Estado o en la técnica del reconocimiento facial”. ¿La revuelta pasaría por dejar de compartir datos o de estar en las redes sociales? “No podemos negarnos a facilitarlos: una sierra también puede cortar cabezas... Hay que ajustar el sistema: el ebook está hecho para que yo lea, no para que me lea a mí a través de algoritmos... ¿O es que el algoritmo hará ahora al hombre? En EE UU hemos visto la influencia de Facebook en las elecciones... Necesitamos una carta digital que recupere la dignidad humana y pensar en una renta básica para las profesiones que devorarán las nuevas tecnologías”. 
Bueno, dejando de lado esos dos últimos deseos del filósofo, cuestiones peregrinas sin más, es bien cierto que los "big data" son un negocio, que lo obtienen sin que nos demos cuenta (ahora ya menos, una vez que ya vamos sabiendo qué son, para qué sirven, y dónde y cómo los capturan). Es lo que toca en un mundo en el que estar conectado en todo momento es imprescindible para vivir... o eso nos quieren hacer creer. Porque no es así en realidad. Hay vida sin Internet, sin redes sociales. La hubo antes, y estoy seguro de que pasado el boom, volverá a haberla, o por lo menos de un modo muy diferente al de hoy día.

Comunicación. “Sin la presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio de información: las relaciones se reemplazan por las conexiones, y así solo se enlaza con lo igual; la comunicación digital es solo vista, hemos perdido todos los sentidos; estamos en una fase debilitada de la comunicación, como nunca: la comunicación global y de los likes solo consiente a los que son más iguales a uno; ¡lo igual no duele!”.
Es correcto en este punto, y yo ya lo había pensado. Ahora no se compra prensa, sino que uno escoge lo que quiere leer, las noticias que te interesan: lógicamente, te interesa leer lo que quieres leer, y no lo contrario, lo incómodo, lo que choca con tu ideología, o lo que te duele. Buscas grupos afines a tus hobbys, bloqueas todo lo que no te gusta. Simplemente, en vez de adaptarte al mundo, ahora se quiere que sea el mundo el que se adapte a uno.

Otros. Es la clave de sus reflexiones más recientes. “Cuanto más iguales son las personas, más aumenta la producción; esa es la lógica actual; el capital necesita que todos seamos iguales, incluso los turistas; el neoliberalismo no funcionaría si las personas fuéramos distintas”. Por ello propone “regresar al animal original, que no consume ni comunica desaforadamente; no tengo soluciones concretas, pero puede que al final el sistema implosione por sí mismo... En cualquier caso, vivimos en una época de conformismo radical: la universidad tiene clientes y solo crea trabajadores, no forma espiritualmente; el mundo está al límite de su capacidad; quizá así llegue un cortocircuito y recuperemos ese animal original”. Totalmente de acuerdo. La universidad se ha convertido prácticamente en una fábrica de parados, hay desde hace un par de generaciones una titulitis galopante, y por otro lado faltan profesionales en otras áreas socialmente "menospreciadas". 

Tiempo.Es necesaria una revolución en el uso del tiempo, sostiene el filósofo, profesor en Berlín. “La aceleración actual disminuye la capacidad de permanecer: necesitamos un tiempo propio que el sistema productivo no nos deja; requerimos de un tiempo de fiesta, que significa estar parados, sin nada productivo que hacer, pero que no debe confundirse con un tiempo de recuperación para seguir trabajando; el tiempo trabajado es tiempo perdido, no es tiempo para nosotros”.

En fin, ideas que realmente no son nada nuevas pero que sirven para refrescar algo el pensamiento. Y lo encontré por casualidad en un periódico de gran tirada!!!
Raro, raro, raro.

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