Todo tiene un método. Yo he intentado formarme para llevar a cabo el reglaje de válvulas de la rubia, pero ¡qué gran verdad aquella de "cortando cojones se aprende a capar"!
Pedí las pastillas calibradas que me hacían falta para el cilindro vertical, y tardaron ocho días en llegar. De las cuatro solicitadas, tres venían bien, pero otra, que debía tener un espesor de 3'45 mm, y así está marcado al láser en un costado, medía en realidad 3'59 mm. Ya estaba yo advertido de que algunas pastillas podían variar respecto de lo marcado... pero una cosa son un par de centésimas, y otra lo que yo me he encontrado. Un desastre. Será que el Luigi de turno se había tomado más Camparis de la cuenta el día que le tocó medir y clasificar su lote.
Bueno, ante todo hay que tener calma. Yo ya sabía que esto iba a llevar tiempo y se podían presentar complicaciones. Esto no es nada comparado con cosas más graves o peculiares que pueden ocurrir.
Monté la culata vertical y comprobé que las demás válvulas me han quedado demasiado ajustadas. Pero todo tiene arreglo con unos cambios de pastillas por aquí y por allá. Con las válvulas sujetas y la correa de ese cilindro desmontada para que no mueva los árboles de levas, giro el motor para dejar el cilindro horizontal en PMS, y procedo a desmontar, por fin, su tapa de balancines:
No, no se asusten, no es una hemorragia. Es aceite que queda depositado en la parte baja de la culata, que al quitar la tapa se vierte un poco. Ese es el color del Motul 7100 que puse recientemente, hará unos 400 km. Como se ve, aún tiene el aspecto original, buena cosa.
Como ocurrió con el otro cilindro, todas las holguras de cierre están mal, con excesivo juego, algunas válvulas con más del doble de lo recomendado. Así y todo, este motor arrancaba, funcionaba bien, ralentizaba estupendamente. Pero ahora supongo que lo hará todo mejor, claro.
En el proceso de desmontar las pastillas, ha ocurrido un hecho extraño: los dos semianillos que retienen una de las pastillas de cierre han desaparecido mágica, misteriosamente. Usé un imán para extraerlos, y parecía que todo iba bien, pero contra toda lógica los perdí de vista. Los he buscado por activa y pasiva, he vaciado y limpiado todo el aceite alojado en los recovecos de la culata, he pasado el imán por cada esquina y hueco, he mirado y remirado, me he arrastrado por el suelo buscando... pero nada. Sólo espero que no hayan caído en alguno de los sumideros que recogen el aceite para llevarlo a la parte baja del motor, pues eso puede provocar una avería más o menos grave, pero fue el primer lugar en el que busqué.
Sea como fuere, tengo semianillos de repuesto. Pensaré que los ausentes salieron volando por algún motivo y deben estar en algún sitio del garaje. Ya medí todas las pastillas e hice las matemáticas. Esta vez sólo tengo que pedir tres pastillas, y ya tengo elaborado todo un plan para el trasvase de unas válvulas a otras para que todo cuadre.
Lo curioso es que todo esto no es que sea difícil, pero consume mucho tiempo, sobre todo esta primera vez. Por eso es importante tener paciencia; hacer los deberes previos en forma de estudio del manual de taller, visión de videos, lectura de hilos en foros; tener las herramientas, las ganas, el espacio; y lanzarte a la piscina.
No me cabe duda de que esta operación me está reportando placer en el sentido de entretenerme, aprender cosas, comprender mejor la máquina que llevo entre las piernas. Estaré más unido a ella cuando acabe este trance, mi relación se aprieta mucho, y aunque se trata de una simple máquina, ya sabemos que las motos son algo inerte muy especial.
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