Cuando se cumplen veinticuatro (24) años del nacimiento de mi Hei Hei '94, se propició la oportunidad de dar un paseo con ella.
El cuadro recordarán que lo adquirí justo antes de mi lesión, y lo fui montando durante el final de la convalecencia, tras la oportuna recolección de piezas acordes. Actualmente la máquina la guardo, por motivos de espacio y conveniencia, en casa de mis padres, en Dos Hermanas, Sevilla, y la uso cuando se tercia que yo ande por allí, con ganas, tiempo, y equipación adecuada, como ha sido el caso este fin de semana.
La Kona de titanio es una bici muy fantástica, y de hecho tengo dos, les recuerdo: ésta y otra de 1997 que tengo montada en plan neo-retro singlespeed, que la cogía mucho hasta que conseguí hacerme con un cuadro Explosif de acero (la bici esa amarilla también montada en SS que fue la que más monté el año pasado).
Mis múltiples aficiones me obligan a repartir el tiempo libre y hacía mucho que no montaba en bici. Ha sido una experiencia maravillosa volver a orbitar el planeta pedalier, me he encontrado a gusto y fuerte, y me pregunto porqué no lo hago más a menudo viviendo en un sitio como Huelva, en el que tengo el campo a la vuelta de la esquina...
Bueno, no hay que apenarse por ello. Es bueno dar un descanso a las aficiones y retomarlas más tarde con renovados ánimos y energías. El ciclismo es una de esas cosas que siempre están ahí, y que cojo y dejo una y otra vez, y de todos modos sólo viendo mi colección de bicicletas ya disfruto.
Esta Kona es de postura racing con geometrías de la época, muy ágil pero nerviosa, ligera y sobre todo cómoda. El elemento 22 de la tabla periódica tiene sus características especiales, y se notan.
Ahora viene mala época para la bici, en mi opinión, pues el calor y pedalear son malos compañeros, al menos para mí, pero las sensaciones que me transmite el recorrer los singletracks retorcidos y bellos de Aljaraque y El Portil son tan espléndidas que me están entrando tremendas ganas...
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