Esta vez he ido lo más directo posible hasta la serrana localidad de Galaroza. Hoy he podido salir no tan temprano, no había que buscar el frescor del amanecer, de modo que ya desayuné en casa. En su lugar, en la parada a media ruta me tomé un café, muy apropiado para el objetivo del recorrido, curvas de todo tipo a ritmo ligero.
Tomé una instantánea para inmortalizar el momento de solaz fantástico y casi irrepetible, con ese sol mañanero dándome calorcito. La pena es que quise dar sombra a la cámara... y me pasé:
Amenizado el brebaje con la charla que dos portuguesas mantenían a mis espaldas (qué dulce suena la lengua lusa), y con los comentarios sobre la rubia de dos motociclistas que aparcaron junto a ella sus muebleuve y mojonda respectivas (cosas del tipo "está guapa la Ducati", puaggg), incluso uno se atrevió a acariciar el colín, maldita sea mi estampa!!!
En fin, supongo que es el precio que hay que pagar por tener esta preciosidad. No me quejo en realidad, la verdad es que se han llevado una alegría estética que quizá no esperaban, conclusión que saco al observar lo anodino de sus monturas. Juas.
Parto raudo dirección Fuenteheridos, subo tranquilo el puerto hasta el mirador antes de comenzar a bajar hasta Alájar, y desde ahí hacia Aracena por una carretera preciosa. Lenta, pero preciosa por lo pintoresco de las vistas que regala. A ratos entre túneles de castaños, pinos, encinas... a ratos mirando de reojo ese quitamiembros que sólo sirve de barrera sicológica para no percibir el precipicio que hay detrás... Hay que contenerse y no abrir en demasía el mango, peinando con el gas las muchas curvas de tercera y segunda velocidad. El asfalto es correcto en agarre y casi ausencia de bacheado, pero tanta curva ciega y el Sol que se empeña en deslumbrar a estas horas, invitan a ser cauto.
Desde Aracena giro buscando la carretera que me llevará a Campofrío, una delicia de curvas rápidas y asfalto inmaculado. La 749 se muestra impertubable, firme, seria. Quiere más y más, hay que atarla corta si no queremos ir a la cárcel a la primera de cambio. Subidas en curva parabólica, bajadas enlazando rápidas, un par de giros cerrados por aquí, una escalada breve más adelante. El goce, el disfrute, la comprensión de para qué se ha fabricado una máquina como la que me lleva a su lomo en esos momentos.
Riotinto, Zalamea la Real, y a buscar un día más la carretera que me llevará hasta La Palma del Condado. No merece la pena contar lo que hay más allá.
Antes de la gloriosa sesión de curvas enlazadas que un día conté sobre el mapa (137, como ustedes ya deben saber), me vi obligado a hacer una parada técnica para evacuar líquidos procedentes del filtrado llevado a cabo por los riñones. Aproveché esos instantes para buscar un ángulo que no había obtenido antes, aprovechando una profunda cuneta que me facilitó las cosas sin tener que tirarme al suelo:
Conclusión: adiós a los madrugones de los sábados. A partir de ahora me lo puedo tomar con más calma, aunque ya está cerca la temporada de moto de campo, a un mes vista, y habrá que alternar o elegir según las circunstancias.
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