La libertad es mi política. El respeto, mi intención.
Intento ser feliz, y aunque no lo parezca, soy consciente, me contento con poco. Cada vez con menos. Eso sí, si hago algo, me gusta hacerlo bien y con las herramientas adecuadas.
La vida es verdad que da muchas vueltas, y me siento evolucionar. No cambio radicalmente, tengo una personalidad más o menos fijada y ya bastante predecible, pero sigo abierto a nuevas experiencias que me enriquecen y me permiten nuevos puntos de vista, otros ángulos desde los que analizar y observar lo que me rodea.
Y aprendo. Siempre intento aprender, incluso de las experiencias más frustrantes y negativas.
Y tengo amantes, varios. O varias. No me preocupo por el género.
Los amantes van y vienen, algunos duran más que otros. Unos nunca más volverán. Otros jamás me dejarán, convivirán con mi verdadero amor, pero aparte, en otros momentos y lugares. Los amantes se toleran, y les quiero, aunque no por igual.
A veces me canso pronto de ellos. En otros casos me duran más.
Paso muchos ratos a solas con ellos, y creo que me viene bien. Pero también noto que últimamente les dedico demasiado tiempo quizá. Uno tiende a hacer y a repetir lo que te hace sentir bien, lo que te hace feliz, lo que te libera, motiva, anima y, sobre todo, lo que te hace sentir vivo.
Hoy mismo, he estado con la que me ha acompañado los últimos cinco años, o casi. Fue el 15 de junio de 2012 cuando recibí mi primera clase de kite. Y sigo entusiasmado, aprendiendo, explorando, investigando. Disfrutando.
¿Son complementarios son excluyentes el amante y el amor establecido y reconocido? Ni siquiera me lo planteé. Es posible que la causa sea que siempre hubo un amante, incluso antes del amor legal, por llamarlo de algún modo.
¿Podría yo considerar al limitador como otro amante? Sería eso, supongo, un agravio comparativo y no muy caballeroso por mi parte...
Aunque, ¿qué mas da?
Querer, amar, vivirlo, a veces sentir ganas de contarlo y compartirlo... Es algo bello, te hacer sentir vivo. Libre. Feliz.
Tener amantes, por otro lado, puede ser caro, porque los caprichos siempre lo son. No me importa pagar si ello lo merece, y mi experiencia es que casi siempre lo merece.
Pero también hay amantes que te hacen sufrir, te hacen daño. A mí una vez una Suzuki casi me llevó a la tumba, y reconozco que he practicado el equilibrismo sobre la fina línea entre la vida y la muerte. Pero el amor todo lo puede.
Sentiros libres, es mi consejo, si me permitís la osadía. Libres de tener y disfrutar de vuestros amantes. Cuando lleguéis a casa os encontraréis mejor, calmados, felices, y una cosa no quita la otra.
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