Cuando salía del garaje ya era un poco tarde. No importa, me dije, tenía todo el día.
Pero la verdad es que sí tuvo sus consecuencias en cuanto a la cantidad de tráfico, presencia policial, y radares ocultos. Nada con lo que uno no pueda lidiar con éxito, teniendo en cuenta una máxima importante en la conducción en vía pública: paciencia, templanza.
Ya llegará la zona de curvas que está de Zalamea la Real hacia el Norte, donde hay menos domingueros, o semanasanteros en este caso. Una cocacola fresquita (el día no estaba para café), y para abajo por el mismo camino, conducción ligera pero relajada, feliz y seguro, disfrutando con el estilo que sólo llevar una máquina así puede otorgar.
Pasada Zalamea, pronto cojo un desvío que me lleva por una buena carretera, una pista de 127 curvas a lo largo de 21 kilómetros, algunas verdaderamente cerradas, y ninguna realmente rápida, pero con asfalto perfecto, subidas y bajadas, un verdadero disfrute.
Sí, las he contado sobre el Google Maps. Soy así de friki.
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