viernes, 30 de diciembre de 2016

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Otro momento más para celebrar el aniversario de mi nacimiento, día superfluo por lo demás. Y excusa perfecta para hacer siempre algo que me gusta, aunque no la necesite (la excusa, quiero decir).

Destino: Cabo de Trafalgar. Compañía: Manu. Actividad: viento y olas.


Es larga tradición para mí hacer una ruta en bici de montaña, por ejemplo, en este día señalado. Pero una cosa no quita la otra, y tanto más da, se trata de disfrutar. Y aunque la bici, el campo y el invierno forman una combinación casi insuperable, tengo que reconocer que desde aquel 15 de junio de 2012 en que el kitesurf entró en mi vida... nada ha vuelto a ser igual. No he practicado nunca una actividad tan absorbente, fantástica, y que me llene tanto.
Pero, sobre todo, aunque practicarlo en soledad sea algo inigualable si las condiciones lo permiten, hacerlo en compañía de seres humanos a quienes quieres... eso es bello, es algo que une, que llena más. Porque compartir esos momentos establece unos vínculos agradables. Ya que es difícil explicar lo que se siente, estar con personas que han experimentado lo mismo que tú, esa empatía, mola.


Tras la navegada toca reponer energías, y para eso está una buena ensalada y una hamburguesa de retinto, cosas propias y típicas de Las Dunas, chiringuito famoso por su enclave y por estar abierto 365 días al año.
Aquí primer plano del objeto que ingerimos gustosos:


Antes de irnos, una vista más o menos general de la playa, a la que ya estamos deseando volver. Días inolvidables he pasado en esas aguas, antaño escenario de lamentables actos de guerra, pero que hoy son objeto de deseo para la práctica de kite y windsurf, buceo, y pesca.



Y que sean muchas más!!!

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