A veces pasa. Simplemente.
Un tranquilo, muy tranquilo paseo con mi adorada Hei-hei del 94, bajo un cielo absolutamente despejado, me llevó a un estado de paz total.
Paz.
PAZ.
No dejan de sorprenderme y asombrarme las capacidades de esta señora bicicleta. Hace años, quinquenios, decenios, era toda una réplica racer. Hoy es un modesto homenaje a toda una era, y no desentona entre las espigas del sembrado. Pronto se agostarán y seran recogidas, siguiendo un ciclo que se repite desde tiempo inmemorial... y mientras tanto, ella, la veterana Kona, la titánica, seguirá gozando de una vida placentera y provocando en mi interior la tan deseada sensación de paz.
PAZ.
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