A fecha 31 de enero en este atípico invierno, no es raro ver el campo con unos tintes absolutamente primaverales. Es guay. Mola. Pero asimismo inquietante al observador de la naturaleza que piensa en las consecuencias de esta evolución de las estaciones.
No quita ello que disfrutemos de nuestra afición a las motos, que toma vida a través de diferentes manifestaciones. En este caso, y como bien saben vds., llevo tres años casi en plena ebullición trail. Sí, pero el verdadero y genuino trail. Y hay que aclarar este concepto porque hoy día se ha atribuido ese apelativo, a veces como sustantivo, en otras ocasiones como adjetivo, a diversas actividades, como correr por el campo, o lo que dicen algunos que hacen con la bici por los senderos montañeses.
Y no. No aquí, al menos.
Aunque, la verdad, pensado fría y pausadamente, ¿por qué buscar una catalogación de todo lo que se hace? ¿Por qué crear nichos? ¿A quién sirve, a quién beneficia? Eso es lo que hay que preguntarse.
Mientras tanto, los cuatro jinetes muy bien que lo hemos pasado hoy, en una mañana fría al principio, pero que pronto se ha tornado sumamente agradable. Estas sonrisas lo explican todo:
Desde Huelva hasta Aroche, cruzando la provincia entera. Hacia arriba por pistas con alguna complicación en forma de bancos de arena que hemos superado sin más problemas (bien es cierto que alguna máquina más grande/pesada/menos manejable ha pasado un tropezón que otro), charquitos, cuestas, terreno suelto, grava, más compacto, a ratos reviradísimo, otras veces rectilíneo (que nos ha servido para desbocar la caballería generosa de nuestras jamelgas).
Tras un desayuno normalito en San Bartolomé de la Torre, donde he echado de menos la presencia de jamón ibérico para las tostadas, con su correspondiente charla poniendo a parir a los ausentes, como manda la costumbre, seguimos ruta hacia el Norte, con alegría y ritmo alegre, pues de otro modo iba a ser imposible estar de vuelta para la hora del almuerzo.
En la siguiente toma bidimensional a color contemplamos la 800 de Manu, imponente con esos tacos en las ruedas, y que se defiende honorablemente en terreno adversos. Chapeau, MA:
En esta otra retratadura, junto con Antuán, al fondo Aroche. Misión cumplida!!!!:
La vuelta no merece mucho comentario, todo por carretera: hasta Galaroza por la N-433, y de ahí hasta la autopista A-49 a través de la conocidísima N-435, vía que conozco como la palma de mi mano por haberla recorrido cienes y cienes de veces con mis Ducatis en años pasados, y en la que la 690R se ha portado de lujo a buen ritmito, ligero pero seguro.
Ruta para recordar por su longitud, unos 270 km en total, que confirma no sólo nuestra progresión en estas lides como grupo que sabe rodar rápido, bien y más o menos juntitos, sino nuestra capacidad para acometer este tipo de proyectos a priori un poco difíciles de hacer surgidos hace tres o cuatro días en un grupo de wasap.
Bravo, amigos!!!
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