En "yoga y dolor", leo cosas como éstas:
Vivir con dolor, y si ese dolor es fuerte, sea estable o esporádico es algo muy duro. Aquí el yoga con toda su enseñanza nos puede ayudar muchísimo. Es duro porque en primer lugar si ya de por si nos cuesta entrar en contacto con lo íntimo de nosotros, con dolor, es más complicado, es un andar tortuoso incluso sentirte.
Luego hay un martilleo constante dentro de nosotros de no aceptar dicha situación, hay algo dentro que no acepta la situación. Hay casos que lo único que te apetece es lanzarte por el balcón.
Aplicable sin duda a la vida misma con carácter general, no solo a la práctica de yoga. Seguramente todos conocemos a alguien que viva en esa situación, personas ancianas, por ejemplo, o aquejadas de algún tipo de enfermedad crónica.
Con esa entrada, y las casualidades existen (como la experiencia me ha demostrado continuamente), me ha tocado de lleno.
Recuerdo que entré en el maravilloso mundo del yoga merced a una lumbalgia que sufrí hace varios años, para reforzar la espalda y corregir posturas y tal y cual. Y el yoga entró en mi vida como un ciclón.
Más tarde, por avatares de la vida, no he podido seguir practicándolo tan seriamente, si es que tal adverbio se puede aplicar en este caso, pero nunca he dejado de hacerlo, mucho o poco, tarde o temprano, con más o menos esfuerzo. A menudo, simplemente observando mi respiración plena en un momento de tranquilidad en la playa o en la montaña... En esos momentos suele ser suficiente.
Pero hace unas semanas, sin esperarlo porque no he tenido ningún aviso, he tenido un nuevo ataque de lumbago. Ya lo había olvidado, fíjate, son los mecanismos de defensa de la mente. Y de repente, de un modo grotesco y quizá cómico (sentado en la taza del wáter mientras leía apaciblemente un libro), ese pinchazo terrible en la baja espalda que me deja absolutamente inútil.
Tras el típico tratamiento médico, y pasados los síntomas más dolorosos, me puse a estudiar mi caso, en el afán de encontrar la causa. No es fácil. No soy médico, ni siquiera estudié ciencias. Y ya sabéis que la red es una gran fuente de desinformación...
Mientras tanto, y aunque lo más duro ha pasado, tengo una sensación constante, una pequeña quemazón en determinada vértebra, como un recuerdo sordo, a veces ni lo noto, pero otras me llego a asustar porque pareciera que me va a dar el lumbago de nuevo que me lleve a urgencias.
Busco y practico a diario una rutina de asanas que creo que vienen bien. Me relajan, y mi cuerpo no se queja. Sé que es un camino largo, y que la edad pasa factura. Tampoco mis aficiones ayudan, porque tengo la espalda muy machacada y el limitador de velocidad dice que soy muy bruto...
Pero sí, por desgracia, comprendo lo que es vivir con dolor, y aunque lo mío es realmente algo leve comparado con lo que sufre mucha gente, puede llegar a convertirse en una situación desquiciante. Hay que armarse de una buena fortaleza mental, plantar cara a la vida con optimismo, sonreír, dejar pasar, incluso olvidar.
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