Creo recordar que ya hablé en el bloc sobre el concepto "rabia contra la máquina" (rage against the machine). Fue aquí, por si alguien quiere recordar el asunto.
Hoy día, para mí, el tema cobra especial actualidad dada la situación laboral de millones de personas en el mundo. Y se añade el drama diario que ocurre entre la costa del Norte de Africa y las de Italia y Grecia sobre todo.
La sobrepoblación, el descontrol de la demografía, es un factor importante que estamos descuidando. No somos animales irracionales (aunque cada vez dudo más de la veracidad de tal afirmación), y ya vamos tarde con la búsqueda de remedios, ideas, medidas, lo que sea, para paliar en la medida de lo posible la que se avecina.
Antes de seguir, me gustaría haceros una pregunta que puede parecer complicada, pero su respuesta es bastante sencilla en verdad: ¿por qué caen los imperios? ¿por qué culturas y civilizaciones antes boyantes pasan a desaparecer? En la historia documentada hay notables casos. Y en la no documentada también, merced a investigaciones.
Es sabido que las civilizaciones colapsan. Todas lo hacen, tarde o temprano. Y cuando hace seiscientos años hablábamos de los mayas y aztecas, hace casi dos mil años fueron los romanos, y hace tres mil años los faraones egipcios, las cosas eran un poco diferentes a como el planeta lo es hoy día.
Me explico. Y para ello me iré al ejemplo extremo de los mayas. Vivían en un sitio alejado de todo, y eran autosuficientes hasta cierto punto. Y fueron creciendo más y más, se expandieron todo lo que se pudieron expandir, y se gobernaban con los métodos que entonces eran más eficaces (reyes o emperadores designados por la divinidad de turno, en cuyo nombre hacían sacrificios y tal y cual). Es lo que funcionaba cultural y socialmente, y no hay que darle más vueltas ni juzgarlos. Pero llegó un momento en que eran tantos, la demanda de alimento era tan enorme, que no pudieron abastecerse. Hay que tener en cuenta ciertos factores que hoy damos por sentados, pero que en aquel momento no existían, determinaron la rápida caída de aquel modo de vida, de la supervivencia de toda una civilización. No conocían la rueda, y el único modo de transportas mercancías para ellos era echárselo a hombros... Sus formas de comunicación eran paupérrimas. Ni siquiera tenían caballos...
Veo venir en un futuro no muy lejano algo similar pero a escala general, a nivel universal. Esta vez afectará no sólo a una región o una cultura: será el fin de todo tal y como lo conocemos. Pero me parece increíble que no se tenga en cuenta la burbuja demográfica que crece día a día de forma imparable. Esto me recuerda a un virus que infecta al organismo y se reproduce más y más, tanto, tanto, que acaba con la vida de su anfitrión, y por ende con la suya propia...
Muchos piensan y dicen en voz bien alta que nosotros, los seres humanos, somos un virus para el planeta.
Bueno, yo no lo creo, en el sentido de puede que acabemos con nosotros mismos, pero desde luego no con la Tierra, que seguirá su curso tranquilamente, por supuesto. Si la naturaleza tiene un don, ese es el de la autorregulación, y el estudio de la evolución desde que tenemos noticias de las eras más alejadas en el tiempo así lo demuestran.
La lectura de este artículo de El Mundo, sobre cuatro falsos mantras migratorios, hablando del drama del que hablaba al principio de esta entrada, ha sido lo que me ha motivado para escribirla.
Bola extra: esta entrada fue escrita hace unas semanas, pero no estaba muy seguro de querer publicarla. Mientras tanto, ha explotado en nuestras narices el asunto de Hungría y los huídos de la guerra que tiene lugar en Siria. Es curioso que haya sido ahora, cuando la susodicha guerra lleva produciéndose desde 2011...
Mientras tanto, en China, y con ello vuelvo al principio de mi reflexión, en una fábrica han sustituido a 600 trabajadores por 60 robots. Lleva ocurriendo más de un siglo. ¿Cuánto aguantaremos? La noticia aquí.
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