No, no he perdido el Norte, aún.
Pero sí he acabado de leer esta novela de James Hilton:
La novela, escrita en 1933, nos adentra en Shangri-La, un valle con un monasterio budista (o cristiano-budista, como se descubrirá) en el Tibet, rodeado por terribles e inexpugnables montañas. En este lugar, con un microclima perfecto, los lamas alcanzan edades avanzadísimas, hasta más de doscientos años, y la filosofía de vida, la ausencia de violencia, la maravillosa relación con los aldeanos... hacen pensar todas estas circunstancias que estaríamos en un entorno paradisíaco, una utopía no sólo social, sino metafísica y biológica.
A dicho lugar llegan, aparentemente por accidente, cuatro personas: tres británicos que son una misionera cristiana, un cónsul, el ayudante militar de este diplomático, y un comerciante norteamericano (que resultará no ser comerciante...). Estos cuatro sujetos, que han llevado vidas muy distintas entre sí, chocan con una realidad desconocida que les asombra y apabulla, y comienzan a plantearse muchas cosas.
Hay mucho escrito sobre Shangri-La, e incluso se cree que existe de verdad. Pueden consultar la wiki para más información.
La novela fue llevada al cine en dos ocasiones, la primera en 1937 por Frank Capra, y en 1973 por Charles Jarrot.
Llegué a ella un poco por casualidad, y la verdad es que había oído hablar de Shangri-La en diversas ocasiones. El relato no es muy largo, y se hace entretenido, con una narrativa estupenda y rica en vocabulario. Las descripciones, necesarias para la introducción en la historia, son perfectas y no se hacen pesadas, y la semblanza de los personajes se lleva a cabo de manera genial.
Esta historia es, en realidad, ciencia ficción, y por eso la he leído con avidez y alegría. Hay que tener en cuenta el momento histórico en el que fue escrita, y el estilo narrativo es propio de aquellos años, recordándome a autores como Lovecraft o Verne. Un hito más que en modo alguno debe ser pasado por alto y que, por lo tanto, recomiendo vivamente.
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