Semejante autocarro es lo que la agencia de alquiler nos tenía preparado en el aeropuerto de Fiumicino, Roma, para que recorriéramos la Toscana cuatro personas. Menudo cambio!!! Sí, porque lo contratado era un Mercedes Clase A, uno de esos elegantes, finos y apetecibles compactos alemanes de tracción delantera. Vale, nos aguantaremos, éste no es tan glamuroso (la verdad, no lo es en absoluto), pero mucho más útil, por lo que pudimos comprobar en el mismo instante en que metimos cuatro grandes maletas en el compartimento dedicado para ello... y todavía sobraban muchos litros de volumen de maletero, cosa que jamás hubiera ocurrido con el Merchito.
Bueno, es cierto que visto de frente nos recuerda muy vagamente al estupendo diseño del Fiat 500 del que procede. Algo es algo. De todos modos, estoy seguro que el tener una apariencia juvenil, desenfadada, semi-sporty, y evocativa del pasado, era algo muy alejado de la idea de Fiat cuando los que tienen que decidir qué coche se va o no se va a hacer dieron el visto bueno para semejante cosa.
En Italia he podido ver que existen diversas variantes del 500, de las que yo sólo conocía un par de ellas, y la verdad es que por aquí, salvo el inicial y simpático pequeñín de la gama, el 500 a secas, no se ve mucho. Pero allí he podido ver miles de unidades en todos los colores y acabados del 500 (excepto del Ferrari), el 500 L, una versión tipo SUV, el 500 Living (que es el que nos tocó)... en todo tipo de variedad cromática, y conducido por seres humanos de muy distinto sexo y edad. Son legión, en suma.
El Fiat 500 Living, prima facie, es un vehículo automotriz feo a primera vista. Es regordeto, por no decir directamente obeso. Para que se hagan una idea, tiene el tamaño exterior de un Altea XL, pero con formas redondeadas y abultadas, una especie de pez gordo con ojos saltones. La zona del maletero aparece como un añadido, las ruedas se ven pequeñas para sostener semejante buque, y hace uso de trucos visuales para aligerar la sensación de peso, como pintar los pilares de color negro. Pero no pueden engañar a nadie: al bicho le pesa el culo. Tela.
La versión probada montaba un motorcillo de en torno a los 1'6 litros de cilindrada, y 120 cv, que es el tope de gama, ouh yeah. Menos mal que la transmisión manual de cinco velocidades permite trabajar al motor en su rango bueno de rpm, cosa que hay que buscar a toda costa, pues en caso contrario nos dejará en la estacada vilmente. Dejar que el motor baje de 2000 rpm es la muerte a pellizcos cuando se trata de encarar una cuesta arriba, por mínima inclinación que ésta tenga. De modo que en las reviradas y preciosamente sinuosas carreteras toscanas pronto uno aprende a jugar con las inercias, no dejar que el motor se duerma, y pisa sin miedo con el pie derecho a la mínima ocasión.
A pesar de todo, el monstruo salido de las profundidades marinas abisales se comporta dignamente, el comportamiento dinámico es bueno, sobre todo para tratarse del tipo de carromato que es, y eso teniendo en cuenta que durante toda la semana que ha durado la prueba siempre ha tenido que cargar cuatro personas adultas en su interior.
La dirección es asistida eléctricamente, y no hace cosas raras. La suspensión absorbe sin problemas todo tipo de baches y escalones, y se aguanta medio bien en las curvas sin balancear demasiado y sin propiciar bamboleos ni rebotes que nos hagan dudar de la trayectoria. Me pregunto cuánto tiempo durarán desempeñando así de bien su función los amortiguadores...
El consumo es reducido, con dos depósitos hemos hecho poco más de 1800 km, lo que hace 900 km por unos 45 litros más o menos, y eso está muy bien cuando se trata de una mole con ese peso, cargada y por carreteras lentas y autopistas con límite de 130, amén de la conducción a la italiana, a la que pronto me acostumbré.
Por lo demás, un coche correcto si no eres muy exigente con los acabados y los materiales: los plásticos tienen demasiado tacto y sonido a... plástico. Los asientos son cómodos, y hay mucho espacio interior, delante y detrás, y un buen maletero, ¿cómo no?
El tacto de los mandos es paupérrimo, pareciera que se van a desprender las palancas de intermitentes y del control de crucero, por ejemplo, y el freno de mano es incómodo de accionar con esa forma de acelerador de avión que algunos fabricantes han decidido montar.
¿Me lo compraría? Definitivamente NO. Es un tipo de coche que tiene su mercado, sobre todo en Italia, por lo que veo, pero aunque es práctico y barato (supongo), es sobre todo anodino en el plano estético, no aporta nada, un mero electrodoméstico con ruedas. No pretende, claro está, ser otra cosa, y en ello reside, quizá, su dignidad, si es que un coche puede tener tal atributo.
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