Durante los últimos días, o quizá semanas, una pequeña tormenta, o quizá grande, ha sacudido algunas de las páginas web más populares para la descarga de series. No quiero conectar esto con el lanzamiento, al msimo tiempo, de Movistar Series, pero me niego a aceptar que se trata de acontecimientos completamente aislados. No creo en esas casualidades.
Ojo: no voy a hacer un canto épico sobre lo ideales que son los servicios de video on demand españoles, como el que hoy nace. Les queda mucho por mejorar. Pero tampoco esperéis de mí un apoyo incondicional a los que bajo el cómodo paraguas de la "cultura libre" se han llevado las manos a la cabeza cuando su proveedor de series "alegal" (dejémoslo ahí, para no discutir) habitual se ha quedado fuera de combate.
Hay que reconocer que el modelo de televisión de pago, ya sea en su formato más tradicional o en los nuevos, de venta de contenidos unitarios y concretos, en España deja mucho que desear. Entre los que se quisieron posicionar como un servicio de lujo (sin serlo y sin saber que así se negaban a sí mismos la porción más grande del mercado) y los que creyeron que el espectador seguía siendo un mero tragador de pienso audiovisual, el sector televisivo español se convirtió en un embrollo delirante del que, como tenemos memoria de pez, hemos olvidado muchos "hitos" del pasado reciente: desde la chapuza de Vía Digital hasta el fiasco de la TDT, pasando por las derivas sin sentido de la televisión pública. Y mientras todo aquello se liaba más y más, internet crecía y se desarrollaba exponencialmente, una masa enorme (y sobre todo, enormemente joven) de espectadores abandonaba la televisión de toda la vida y se generaba una brecha gigantesca entre lo que pedían los consumidores (cuidado: no todos los consumidores) y lo que ofrecían los productores, entre lo que ES y lo que DEBERÍA SER. Y en esas seguimos.
Pero lo que no tiene ningún sentido, y si lo tiene es siniestro, es casar argumentos del tipo "el cliente siempre tiene la razón" con una concepción de la propiedad intelectual y de las obras audiovisuales como "patrimonio de todos" o, peor aún, como derechos, convirtiendo series y películas (y libros, y música, y videojuegos) prácticamente en bienes expropiables a título individual. Series para todos, series de todos, pero pagadas por... ¿por quién? Casi peores son los que ahora ponen como defensa a su favor una ley, la del canon digital, que para otras cosas consideran monstruosa.
Se plantean muchas interrogantes, la verdad es que es así. Tanto para los defensores de las páginas de descargas como para los que intentan generar modelos empresariales que cubran esa demanda tan evidente. No es un tema sencillo, y tiene derivaciones muy diferentes e interrogantes complejos, como la diferenciación entre productos culturales "descargables" (no es lo mismo una serie, una película y un libro... ¿o sí?) o las posturas ambiguas y muy peculiares de algunos agentes imprescindibles en todo esto, como las operadoras telefónicas o la sacrosanta televisión por cable norteamericana. Así que no me empecéis los argumentos con "la cosa es muy sencilla" porque no lo es. Qué más quisiéramos.
Y ahora, las preguntas:
-¿Exactamente cuántas series se descargan en España? ¿Cuántas son novedades y cuántas pertenecen al "fondo de armario" de series?
-¿Y cuántos son los espectadores que la televisión "tradicional" considera "perdidos"? ¿Cuántos de ellos son irrecuperables?
-¿Es posible que las series que sí se emiten en canales españoles y en exquisita sincronía con EE.UU sean de las más descargadas en plataformas "alternativas"? Hablo de 'Homeland', 'The Walking Dead', 'Juego de Tronos', 'Mad Men'...
-¿En qué posición se encuentran las series digamos "del otro lado", las que poca gente descarga, porque poca gente ve y, precisamente por eso, jamás se emitirán en canales "oficiales" españoles?
-¿Cómo afecta el follón de contratos, derechos, ventanas de emisión y permisos que hace que, por ejemplo, el material en DVD siga caminos muy distintos que la emisión "tradicional" o en pantallas virtuales online? ¿Habéis intentado comprar las últimas temporadas de 'The Good Wife' o 'House of Cards? Y de 'Rubicon' o Lights Out' ni hablamos...
-¿Sólo a mí me parece que los proveedores de internet han estado jugando un doble juego peligroso -y un poco hipócrita-, ofreciendo anchos de banda enormes, a precios relativamente altos, sin ofrecer un servicio de contenidos propio y, por tanto, controlado?
-¿Con qué argumento puede defenderse la descarga de una película en formato "screener" (esa aberración) o un libro en pdf? ¿Y no se lo han montado muy mal las industrias culturales defendiendo sólo los derechos de los autores y no su propio trabajo como creadores de unos formatos de calidad?
-¿Qué pintan en este debate algunos creadores de series españolas, cuando su producto es de los menos afectados por esta problemática? ¿Cuántos directores de cine españoles que jamás han llenado una sala con sus películas culpan a las descargas de su nula conexión con el espectador, enturbiando el debate desde su egoísmo (y ego)?
-¿Cómo puede obviarse un tema como el del doblaje, cuando la inmensa mayoría del producto descargado está en versión original?
-¿Y el subtitulado? ¿No se ha llegado demasiado tarde a la reivindicación de algo tan sano y tan barato? ¿Es posible que alguien aún no sepa por qué en España el doblaje es la opción "por defecto" en series y películas?
Y así sucesivamente.