lunes, 4 de agosto de 2014

verano!!!

Después de mucho tiempo, tanto que no recuerdo cuándo fuera la última vez, tengo vacaciones en el mes de agosto.
Coincidiendo con las fiestas Colombinas (algo así como la Feria de Huelva, por mucho que les duela a los onubenses que se le llame así), he pasado unos días yendo y viniendo a y desde mi spot habitual, la playa de la Canaleta en Punta Umbría.
Mientras mi limitador se recupera del esfuerzo del camino de peregrinaje a Santiago de Compostela, yo he estado disfrutando del mar y el viento, como casi siempre. Pero también del placer de recorrer solitarias carreteras serranas con mi pequeño vehículo automotriz de prestaciones ligeramente superiores a la media, lo que me ha reportado no poca satisfacción.
Hoy mismo, sin ir más lejos, tras una noche para olvidar por cuestiones que no vienen al caso, decidí dar la bienvenida al nuevo día con un paseo en moto por carretera, el primero en muuuuucho tiempo, desde que decidiera vender la Suzuki y compré la miniGS, máquina de uso dual, o diverso, con la que he pasado geniales momentos campestres durante la época invernal, pero que convenientemente calzada con las gomas asfálticas adecuadas puede convertirse en algo muy divertido por mis secretas, retorcidas y maravillosas carreteras de esparcimiento esporádico.
No ha sido una verdadera sorpresa lo bien que me lo he pasado, pues aunque la potencia de la BMW es escasa, las comarcales no permiten muchas alegrías ni desmanes, y con 48 cv hay de sobra, sobre todo cuando la cosa se va cerrando y hay que acometer curvas en tercera o incluso alguna en segunda velocidad. De nada sirven ahí 100 ó más cv, sólo para meterte en problemas. Una capacidad de frenada aceptable, buen confort y protección aerodinámica, consumo ridículo, fiabilidad. No le puedo pedir más a esta económica pero eficaz motocicleta situada en la gama media-baja de lo que se puede comprar para ir por la carretera hoy día.

El sol aún bastante bajo, justo cuando empieza lo bueno.

Ni un alma, sólo unos pocos ciclistas circulando de modo imprudente e ilegal, como es costumbre...

Todo ha sido una prueba. Quizá me quiero autoconvencer de que no necesito una Ducati SS. Desde luego, lo que es necesitarla, no la necesito, como tampoco necesito casi nada de lo que actualmente tengo. Quiero decir que a lo mejor no merece la pena comprar una máquina tan deportiva o potente (¿potente, una SS? jajajajja), porque con la genial gesita tengo más que de sobra.

Curvas, curvas, curvas

Pero, es que una SS es algo más que una simple moto. Es la sublimación de un concepto, de una idea. Es la esencia de la moto deportiva para la carretera, es la belleza hecha moto, la singularidad en un mar de medianía.

Entre cortafuegos y antiguas vías mineras que cruzan a nivel



La sorprendente Sertao me ha llevado sano, salvo y feliz a casa después de 150 km de curvas. Con una temperatura perfecta, tráfico nulo, y estado de la vía casi inmejorable, no hace falta calificar más la ruta de hoy.

Sigo considerando lo de la SS, pero por motivos más nostálgicos que otra cosa. Las boloñesas me tiran, ya tuve tres, y de la última me deshice quizá precipitadamente. Demasiado. El periplo posterior, vueltas varias hasta llegar a lo que ahora disfruto, con varias motos muy distintas, dos años dedicados al circuito exclusivamente, y un grave accidente que casi me cuesta la vida, todo ello me hace ver la vida de otro modo bien distinto, y mi amor por las motos, lejos de atenuarse, sigue tan vigente y caliente como aquel lejano día en que con once años de edad puse el culo sobre el sillín de una Hondita de 50 cc.

Magnífico ejemplar de SS del año 92, una de las motos más bellas jamás creadas, hoy objeto de culto