¡No fuerces tu propio cuerpo para obtener una postura! En cambio, mucho mejor: modifica la postura para ajustarse a tus necesidades, y respeta tu cuerpo, acéptalo tal y como es.
Toma ventaja, aprovéchate de cosas como bloques, una silla, la pared, cualquier cosa que te dé soporte y apoyo para sentirte seguro mientras aprender a practicar esa asana que te resulta más dificultosa.
Si escuchas a tu cuerpo, aprendes a conocer sus necesidades a medida que vas aprendiendo las diferentes asanas, la recompensa será mucho mayor.
Sé paciente. Sé amable contigo mismo.
Eso es el yoga realmente, y hay tantos yogas como practicantes, cada uno tiene su propio yoga.
Una vez que has establecido la forma inicial de una postura con un buen apoyo, párate, pausa, y desde una posición de calma te aconsejo que permitas a tu cuerpo que se suavize, que se calme en la medida de los posible, que se expanda con la respiración (¿nunca habéis visto a un yogui haciendo una asana extrema con total naturalidad, como si nada?).
Recuerda, justo en ese momento, las cualidades que quieres implicar, y permítete sentirlas dentro de tí. Manteniendo un sentimiento de esas cualidades, empieza a perfeccionar la postura...