Intensa por el estrés de esquivar a otros kiters que iban y venían, y a los surfistas que esperaban en el supuesto pico justo enfrente del bareto. Pequeña por la ausencia de viento. En Tarifa y no hay viento, como la canción... Ya es la cuarta vez que me pasa, y les juro, prometo, aseguro, que tardaré en volver.
El DJ, por lo menos, tenía buen gusto, lo que contribuyó a que el rato que estuvimos allí fuera más llevadero, a pesar de que las copas eran servidas con estilo más bien rácano.
Por ejemplo, sonó tal que esto:
Sencillamente magnífico. Y punto.
La tarde de autos:
En algún punto entre España y Marruecos estoy yo. |
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