No con poca controversia, un día fueron desveladas las "setas" de la Plaza de la Encarnación en Sevilla. Esta obra arquitectónico-cultural ha tomado enseguida un merecido protagonismo en pleno centro de la ciudad.
Y digo merecidamente porque el mérito es grande. La reacción del sector más sevillanista, más reaccionario a lo que no sea lo tópico, más retrógrado y analfabeto -sin duda-, así lo demuestra.
Muchas han sido las críticas vertidas, y ríos de tinta han inundado la prensa local, mayormente aborreciendo y denostando esa gigantesca obra de arte. Maravilloso, en serio. Para mí, si yo hubiera sido el artista creador y los que económicamente han dado el impulso necesario, hubiera sido el mayor y mejor reconocimiento.
Una pena que sólo pudiera verla al atardecer, pero así disfruté del conjunto iluminado por innumerables pequeños leds navideños, en una plaza atiborrada por un "mercadillo alternativo", camellos que paseaban a niños, y simples paseantes de fin de semana. El ambiente estaba asegurado, a pesar de que la mayoría de las tiendas no abrían ese día.
Encontramos un coqueto café, ideal para tomar un ídem mientras descansábamos de la caminata -lo que vino bien a mi entumecida y semitumefacta extremidad inferior izquierda.
Una instantánea más desde mi posición cafetera. |
Aquí, la curiosa oferta:
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