“Vigila tus pensamientos porque se convierten en palabras, vigila tus palabras porque se convierten en acciones, vigila tus acciones porque se convierten en hábitos, vigila tus hábitos porque se convierten en tu carácter, vigila tu carácter, porque se convierte en tu destino.”
O, como dijo Aristóteles:
“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito”
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