La Santa Cruz era una bici genial, a la que llegué a entender perfectamente, y que colmó todas mis expectativas de sobra. Me hago mayor, las caídas duelen cada vez más, tengo poco tiempo para perder fines de semana enteros en busca de bajadas imposibles... quizá sólo excusas para autoconvencerme de que hice lo correcto, ¿quién sabe?
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