Uno más, y ya van seis.
Mi papá le ha regalado a mi mamá un Golf. Por fin. Varios años intentándolo, y después de pasar por el suplicio, travesía por el desierto que han supuesto dos Ibizas y un Córdoba, le ha comprado uno por sus cojones. Porque quien quería el dichoso coche del pueblo era mi papá, no mi mamá, que es una persona mucho más sencilla y se conforma con cualquier cosa. Tan sacrificada como siempre, ella.
El caso es que por unos 28.000 euros, mi progenitor ha salido rodando del concesionario con un Golf Tdi 140, equipado con color rojo granate metalizado, cambio DSG, parktronic, xenón, cuero, radio táctil con upgrade, equipamiento "sport", levas en el volante, etc. Vamos, sólo le falta el techo solar para estar prácticamente full. Con este coche he tenido la oportunidad de probar el nuevo motor common-rail, pues VW ha abandonado los tdi de bomba-inyección que tantos beneficios han dado en ventas, y tantas sonrisas ha dejado en las caras de inumerables tuneros y autocomplacidos VAGistas que pueblan nuestras atestadas carreteras, creyéndose los reyes del mambo por llevar un vehículo que funciona con lo mismo que una vieja caldera de calefacción con no más de 150 cv... pero ese es otro tema muy tratado ya en multitud de vulgares blogs, no como éste, que es un blog magnífico, sin faltas de ortografía ni nada.
El automóvil en cuestión la verdad es que es bonito, más de lo que yo esperaba, y su terminación tanto exterior como interior es exquisita. No en vano, es un Golf V pulido, insonorizado y mejor acabado, lo que no es poco, pues ya ese era un muy buen coche. Uno ve el frontal, que logra transmitir cierta deportividad a la par que la dosis correcta de elegancia, y no se puede decir que no gusta. Luego va rodeando el habitáculo de dos volúmenes, y llega hasta una zaga muy bien rematada, con sus dos colitas de escape en el lado izquierdo -una a cada lado en el GTI-. Abro la puerta y me monto, cerrando como tienen que cerrar los coches bien hechos. No hay señales de soldaduras a la vista, ni tornillos o tuercas de ningún tipo. Los ajustes son exquisitos, los materiales de primera calidad. Uno se cuestiona si realmente merece la pena pagar un sobreprecio por disfrutar de un A3, un Serie 1 o un Mercedes CLC, sinceramente. Yo no lo haría.
Sí, muy Volkswagen, no cabe duda. Se huele la calidad del líder.
Es muy cómodo, tiene muchos detalles de equipamiento, y algo que ya considero imprescindible y a lo que uno se acostumbra muy rápido: un apoyabrazos como mandan los cánones. El volante pasa la prueba con nota, forrado en cuero, cómodo de verdad, con un montón de botones para manejar radio y funciones del ordenador; los pedales son de aluminio, aunque la palanca de cambio sigue teniendo el mismo tacto y apariencia plasticosa que ya he visto en el Golf V y en el Passat de mi cuñado, con un incómodo gatillo. Aquí queda todavía un largo camino por recorrer hasta llegar a la altura de Mercedes. Pero no se pueden pedir peras al olmo del cambio automático de VW, que llevan haciéndolo dos días, como quien dice.
Los asientos son confortables, y tienen una buena banqueta, lo que es de agradecer siempre en los viajes largos. Detrás hay bastante espacio, tanto en distancia para las rodillas, como en anchura y altura. El maletero está bien, no es para tirar cohetes como en mi Altea XL -que por algo se llama XL-, pero cumple su cometido.
Igualito, pero rojo metalizado, es el de mi mamá.
Mismo perro, distinto collar... pero mola, eh!
En cuanto arrancamos el motor, vemos que algo ha cambiado aquí. El nuevo rail común de alimentación para la inyección directa de combustible se nota: hay bastante menos rumorosidad y vibraciones. Y el coche está muy bien aislado. Nada vibra, suena o chirría. El cambio automático DSG funciona como en otros coches que ya he probado -todos tdi, es cierto-, de modo correcto. Sube rápido de marchas, y se adapta a las exigencias del conductor con facilidad. Es muy intuitivo su uso, aunque echo de menos un poco de velocidad en las reducciones cuando lo hacemos manualmente. Su software está desarrollado claramente para la aceleración, o quizá los límites físicos de los engranajes y el sistema de doble embrague estén ahí...
Pero el coche decepciona en su manejo cuando se busca un poco de agilidad. La dirección se muestra pesada y lenta, no es un coche ratonero, no gira fácilmente, tiende al subviraje y enseguida entrará en acción el control de estabilidad y de tracción a poco que requieras un poco de juerga con él. No sabes lo que está pasando bajo las ruedas delanteras del VW. Sí, ya sé que no es un deportivo, ni siquiera tiene aspiraciones a serlo, pero ¡qué coño! mi Altea XL tiene un carácter mucho más cañero que este Golf. Y eso que es el modelo "sport".
Puaghghgh.
Como es un utilitario comodón, los kilómetros pasan casi sin enterarse, el consumo es reducido, anda por los seis litros en autopista a ritmo de 130/140, con cuatro ocupantes y equipaje para un fin de semana. El coche acelera más o menos bien para su relación peso/potencia, aunque echo en falta un poco de brío. Quizá el Golf se ha convertido en uno de esos coches pesados del siglo XXI, obsesionados con la seguridad y el equipamiento, lastrado por las incongruencias derivadas de un diseño que debe optimizar su producción en ilimitadas cadenas de montaje a bajo coste en países del tercer mundo: coches baratos de construir, fáciles de construir, fáciles de conducir... que no sirven para otra cosa que llevarte desde el punto A hasta el punto B con mayor o menor eficacia y economía.
Y punto.
Eso es el Golf VI. No busquen lo que no hay, porque aunque no es el GTI, la base es la misma.
Mismo perro, distinto collar... pero mola, eh!
Ciertamente, un DSG mejorado y adaptado al motor TSI de 210 cv del GTI, o al de 270 cv del Golf R, unas suspensiones bajas y endurecidas, unos asientos más evolventes y duros, y un volante más pequeño, pueden enmascarar los defectos aludidos de sobrepeso y falta de transmisión de sensaciones en la dirección -amén de la tendencia al subviraje-, pero lo cierto es que el coche es lo que es y, lamentablemente, hay que darse cuenta de que el mismo chasis con leves diferencias es lo que encontramos en el Leon, Altea, A3 y Octavia, y ninguno de estos automóviles, por mucha potencia que tengan, es un deportivo.
En definitiva, en realidad es el coche perfecto para mi mamá, la verdad. Mi padre ha acertado una vez más en su compra, y le felicito por ello. Hasta hace unos meses he sopesado la idea de cambiar mi Altea XL por un GTI, pero después de conocer lo que conozco del Golf, esa peregrina idea se ha ido borrando de mi entrecejo poco a poco, como una mierda que se seca y se la lleva el viento.
El Golf apesta, pero no es mal coche al fin y al cabo. No es un coche para mí, sin duda. Para mí, y llámeme cani si lo desea, está el Scirocco, que es lo mismo pero más bajo, más ancho, más ligero y mucho más guay, en definitiva. Ese sí que molaría. O un Cooper S.
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