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Volviendo al tema del enduro, descubro que es lo que siempre se ha hecho con una bici todoterreno: subir para bajar, senderos revirados donde sólo cabe una bici -"singletrack"-, algún que otro saltito o trialera, y, en definitiva, lo que es el disfrute más genuino de una bicicleta en la montaña. Vamos, lo que hemos hecho toda la vida, solo que hora podemos hacerlo con la comodidad de una doble suspensión, frenos de disco e incluso tijas del sillín con mecanismos automáticos para subir y bajar cuando las circunstancias lo requieren.
Así, me doy cuenta de que yo siempre he practicado el enduro, antes con mi K2 rígida, y ahora con mi Da Bomb. Hace diez años lo hacía con una Orbea Sherpa de acero que aún existe -descansa en el traster de mi hermana-. Incluso he hecho un poco de enduro cafre con la Stinky en un pueblito de Córdoba llamado Zuheros, al que no se podría llamar freeride porque no había saltos ni trialeras dignas de ese nombre.
Y ahora me asalta la duda, ¿tiene que haber saltos, pasarelas, trialeras, cortados y demás para que se considere freeride? ¿O es que el concepto de freeride es más amplio que todo eso? Me pregunto cuál es la frontera que separa al enduro del enduro long travel, ¿sólo el mero recorrido de la suspensión de la bici con que se practica? Ya que por donde paso con una bici de 160, también paso con una de 130, está claro, incluso con una rígida. Si esto es así, y aplicando la misma lógica, se debería decir que es freeride todo aquello que se practique con una bici de freeride. Pero entonces es la pescadilla que se muerde la cola porque ¿qué es, pues, una bici de freeride? ¿Acaso deben existir unas estándar de geometría, peso, recorrido, tamaño de frenos, anchura de manillar, que "per se" engloben a un determinado tipo de bici para poder llamarlas así? Me niego a creer eso. Antes bien, y si lo pensamos tranquilamente, nos daremos cuenta de que el márketing en general nos lava la cabeza, haciéndonos acreedores de diversos productos que realmente no necesitamos, esa es su función, y en particular, en el caso que ahora nos atañe, nos ha metido en una vorágine de modas de bicicletas de largo recorrido de suspensión suspuestamente válidas para rutas más o menos largas de 40 ó 50 km, con las que nos vamos a divertir más o mejor.
Hace sólo tres o cuatro años, dar un paseo de 20 km con una bici de 150 mm de recorrido trasero y unos 15 ó 16 kg de peso, era considerado como una idea descabellada, pero ahora eso resulta no sólo ser pan comido, sino lo que todos deberíamos hacer. Algo está fallando, creo, y mientras tanto, la Coiler, que antes era una auténtica freerider, resulta que le montan unos amortiguadores de aire y ahora es una estupenda enduro; Santa Cruz nos ofrece montajes que pueden dejar una Nomad de 165 mm en menos de 13 kg de peso, pero en Vallnord se veían muchas con una Boxxer... y a correr un descenso con ella. Son claros ejemplos de lo que estoy diciendo.
Yo mientras tanto me divierto como un niño con mi Cherry Bomb en las rutitas de enduro habituales, salto con mi campillera P2, desciendo y freerraideo con mi Stinky, y hago algunas incursiones en carretera con una Otero de principios de los 90 de talla desmesurada, pero igualmente válida para mis propósitos. Lo curioso es que salto las mismas pasarelas con la rígida que con la bici de freeride, hago enduro con la Stinky, y meto muchos saltos con la enduro amén de decenas de km de carril bici con el amortiguador bloqueado. Sólo me queda probar a ponerle a la Otero unas gomitas de ciclocross para probar a hacer rally con ella, y así liar la cosa todavía más.
En fin, soy libre para hacerlo. ¿Lo eres tú?
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