Hace unos meses, mientras practicaba descenso con Antonio, Fernandito y Dani en Olhao, Antonio partió la cadena justo delante de mis narices. El fin de semana pasado me ocurrió lo mismo, y cosa curiosa, justo en el mismo punto del circuito: saliendo de un peralte mientras pedaleaba con fuerza.
Siempre he asociado la rotura de cadena a un cambio mal hecho -forzando mientras la cadena estaba demasiado tensa-, un eslabón un poco jodido o debilitado por una mala acción previa, o simplemente una cadena vieja o mala. Pero mi transmisión está prácticamente nueva, limpia y engrasada, y me tomo mi tiempo para que esté perfectamente puesta a punto. Aun así, casi me parto la rodilla al crujir ese eslabón maldito.
Gracias a unos amigos portugueses que me dejaron un troncha pude salir pronto del aprieto y perdí poco tiempo en una mañana que para mí, como suele ser habitual por mis compromisos familiares, era contrarreloj.
Cuando comenté mi avería con Dani, que tiene a sus espaldas mucha más experiencia que yo en temas de descenso, me preguntó: ¿ha sido en tal peralte de derechas y pedaleando, verdad? Y me dio la explicación: al comprimirse la suspensión por el efecto de apoyo, al tiempo que daba pedales con fuerza, se ha producido un sobreestiramiento de la cadena que ha desembocado en la rotura de un eslabón.
Es un efecto típico del llamado "backpedal": la suspensión trasera al comprimirse provoca un alargamiento de la distancia entre el eje del pedalier y el eje de la rueda trasera. Este efecto es mayor o menor según la ubicación del punto de giro del basculante, de si hay o no una articulación horst link, o del tamaño y localización de los puntos de giro en un sistema de pivote virtual. Es en estos últimos en los que este efecto es menos acusado o incluso inexistente, y los primeros, los tipo kona, en los que el efecto es más acusado, salvo en aquellos diseños en los que el punto de giro del basculante y el eje de pedalier son solidarios, como en la Cowan DS y la Cove G-Spot -que pudimos ver en el primer freerider que aparece en el nuevo video Cranked 6-. De todos modos, yo sabía de la existencia del backpedal, que había sufrido, sobre todo, subiendo trialeras en plato pequeño, pero no había caído en lo que podría suceder en pleno descenso, donde, si lo pensamos, es más fácil su aparición por los mayores recorridos de suspensión. Efectivamente, subiendo un repecho con la bici de enduro, sentado y pedaleando fluidamente para que no afecte al sistema de suspensión, lo que se puede notar al pasar sobre una piedra o una raiz es un efecto de "atrancamiento", como si nos quedáramos momentáneamente parados, aunque si vamos con la velocidad adecuada y ayudamos un poco con el cuerpo sobrepasaremos el obstáculo sin problema.
Pero yendo a mayor velocidad y con una bici de largos recorridos, en las que apoyar en un peralte mientras pedaleamos puede suponer hundir la bici diez o doce centímetros, la cosa se agrava: en el fervor del pedaleo levantados, que de por sí ya aplica una buena cantidad de fuerza, la cadena se ve de pronto estirada un par de centímetros, con el resultado fatal que todos conocemos ya. El truco está no en entrar pedaleando, sino en comprimir la suspensión, y cuando vayamos a salir del peralte, ayudados por la descompresión, empezar a pedalear asegurándose de que ya no se va a hundir más el amortiguador.
En fin, mucho ojo en los peraltes y ya sabéis, liberad vuestros pedales y... a correr!
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