El Zaudín
Ese lugar en el extrarradio de Tomares, que está en el extrarradio de Sevilla. Allí me he pegado algunas leches memorables, y he sacado los pocos truquillos que sé hacer con mi campillera. Aquí os pongo unas fotos del último día que estuve allí con Manu.
La segunda foto es la que más me gusta. Es de Fernando, un chavalito que promete, pero que tiene el camino viciado no por su culpa... o quizá sí.
Este es Manu empezando a saltar. En un par de años me deja atrás, el muy jodío.
lunes, 27 de noviembre de 2006
jueves, 16 de noviembre de 2006
La Julia no se lo creía, pero ahí va eso:
Mi espíritu aterido
se resiente, se enfría,
pierde la calidez
que le cararcteriza.
Está casi muerto, herido,
no le presto atención,
no lo cuido, lo descuido,
y como de él me olvido
su vigor desaparece,
y se esfuma.
Y se desperdicia.
¡Qué gran error!
Increible estulticia.
Lo escribí hace quince años, en un arrebato nihilista. Una época de bajón que me dio en mi adolescencia. Hay más, por lo menos veinte de ellos, ya los iré poniendo si ha lugar.
Por lo demás, aquí os dejo una foto cachonda de este verano en Tavira con mis vástagos:
Mi espíritu aterido
se resiente, se enfría,
pierde la calidez
que le cararcteriza.
Está casi muerto, herido,
no le presto atención,
no lo cuido, lo descuido,
y como de él me olvido
su vigor desaparece,
y se esfuma.
Y se desperdicia.
¡Qué gran error!
Increible estulticia.
Lo escribí hace quince años, en un arrebato nihilista. Una época de bajón que me dio en mi adolescencia. Hay más, por lo menos veinte de ellos, ya los iré poniendo si ha lugar.
Por lo demás, aquí os dejo una foto cachonda de este verano en Tavira con mis vástagos:
No todo es bici y freeride en este blog, y me ha venido a la cabeza esta tarde una serie de pensamientos que no he podido resistir dejar aquí plamados.
Hace poco más de un año, mientras en Francia había serias revueltas callejeras por la amenaza de una nueva legislación laboral que dificultaba, aún más, el acceso al mundo del trabajo, en nuestra piel de toro se convocaban macrobotellones con el afán de romper un récord de asistencia nocturna en completo derroche del bebercio más cutre. Así nos va, de tripartito en tripartito. Venga toros, y fútbol, mucho fútbol a todas horas, el circo contemporáneo que hace de catársis de la masa embrutecida y aborregada.
En un Estado cuyo afán es controlarlo todo de manera casi totalitaria, donde desde la tierna infancia se nos dirige y encamina recibiendo la más tendenciosa de las educaciones, en una sociedad cuya escala de valores no es que sea triste, es que ha desaparecido todo rastro de valentía, dignidad, seriedad y honor, tenemos lo que nos merecemos. En nuestras manos está, cada cuatro años, hacer uso del derecho, no, de la obligación, de voto. Pero es inútil. Son todos de la misma calaña.
El frustrante contrato social al que me veo obligado a pertenecer, como ya dijo Rousseau, me tiene atado y bien atado a este "do ut des" a gran escala. Trabaja y paga impuestos, recibe a cambio la protección del Estado, la seguridad y la comodidad de no vivir en la época de las cavernas. Me resigno. Uno más que se resigna y trata de subsistir tan estoica como escépticamente, porque sí, he perdido la fe en la raza humana, que acabará, como muchos antes que yo ya vaticinaron, autodestruyéndose. O a lo mejor no es tan grave y me estoy haciendo una paja mental que te cagas...
Una sonrisa recorre mi rostro mientras escucho, con los auriculares puestos, a Beck cantando la maravillosa "Diskobox", y me doy cuenta de que mientras haya visionarios como él, habrá pequeños momentos en mi vida que valdrán la pena. Sé libre, amigo. Piensa por tí!!!
Hace poco más de un año, mientras en Francia había serias revueltas callejeras por la amenaza de una nueva legislación laboral que dificultaba, aún más, el acceso al mundo del trabajo, en nuestra piel de toro se convocaban macrobotellones con el afán de romper un récord de asistencia nocturna en completo derroche del bebercio más cutre. Así nos va, de tripartito en tripartito. Venga toros, y fútbol, mucho fútbol a todas horas, el circo contemporáneo que hace de catársis de la masa embrutecida y aborregada.
En un Estado cuyo afán es controlarlo todo de manera casi totalitaria, donde desde la tierna infancia se nos dirige y encamina recibiendo la más tendenciosa de las educaciones, en una sociedad cuya escala de valores no es que sea triste, es que ha desaparecido todo rastro de valentía, dignidad, seriedad y honor, tenemos lo que nos merecemos. En nuestras manos está, cada cuatro años, hacer uso del derecho, no, de la obligación, de voto. Pero es inútil. Son todos de la misma calaña.
El frustrante contrato social al que me veo obligado a pertenecer, como ya dijo Rousseau, me tiene atado y bien atado a este "do ut des" a gran escala. Trabaja y paga impuestos, recibe a cambio la protección del Estado, la seguridad y la comodidad de no vivir en la época de las cavernas. Me resigno. Uno más que se resigna y trata de subsistir tan estoica como escépticamente, porque sí, he perdido la fe en la raza humana, que acabará, como muchos antes que yo ya vaticinaron, autodestruyéndose. O a lo mejor no es tan grave y me estoy haciendo una paja mental que te cagas...
Una sonrisa recorre mi rostro mientras escucho, con los auriculares puestos, a Beck cantando la maravillosa "Diskobox", y me doy cuenta de que mientras haya visionarios como él, habrá pequeños momentos en mi vida que valdrán la pena. Sé libre, amigo. Piensa por tí!!!
martes, 14 de noviembre de 2006
Definitivamente, se puede considerar el freeride como un arte. Como manifestación de la creatividad individual, no cabe duda que no hay dos trazadas o dos saltos iguales, y que hay quien lo hace con más estilo y quien lo ejecuta de un modo no tan limpio. No me refiero ya a la mera construcción de saltos dobles en el campillo, o de pasarelas en tu montaña preferida -"bridges" en el inglés original-, sino a la propia forma de superar tales obstáculos. Hay diversos modos, desde la manera pausada y estudiosa del estilo, midiendo exactamente la velocidad y la distancia, hasta la denominada en British Columbia, cuna y meca del deporte-arte al uso, como "quick and dirty", rápido y sucio, un estilo quizá no tan llamativo visualmente, pero igualmente divertido y peligroso, que podemos disfrutar cuando vemos algunos videos extremos de NSX, protagonizados por gurús consagrados como "Dangerous" Dan Cowan, Ritchey Scheley, "Super T" Tyler Klasen, o Geoff Gulevich, entre otros.
Hablamos de tipos que llevan muchos años, no sólo bajando a saco por las más intrincadas veredas y vericuetos de las arboladas canadienses, sino también construyendo e ideando auténticas locuras artificiales de madera para su goce y disfrute personal.
La serie de North Shore Xtreme, cuya versión VIII se puso a la venta en España a primeros de 2006, es toda una colección de drops brutales, equilibrios imposibles ejecutados con total naturalidad, y algunos descensos vertiginosos al más puro estilo quick&dirty. En sus últimas versiones podremos ver también freeride en montañas nevadas e incluso por la noche. Otra serie de videos, tan legendaria o más, es New World Disorder, estrenada a primeros de 2006, con introducciones en tono humorístico, o la serie de videos Cranked, con sus famosas calaveras. La lista de videos espectaculares es larga, pero con "The Collective" y su secuela "Roam", tuvo lugar un punto de inflexión, porque, aunque aparecen descomunales saltos y piruetas circenses, el montaje cinematográfico, la fotografía, música y enclaves escogidos, los hacen especialmente atractivos. Parece que cuando se ha llegado a un punto en que dejarse caer por gigantescos cortados y hacer grandes backflips en supercampillos era todo lo que aparecía en los videos, alguien tuvo la genial idea de ofrecer algo más.
Por eso me considero un ferviente seguidor del espectáculo de freeride que suponen las creaciones The Collective, en el que la figura del freerider como personalidad de pro famoso pasa a un segundo plano, y hay que verlo como un todo global, el conjunto de diversos elementos que son la esencia de este deporte-arte: la bici, la montaña, la técnica, la belleza. La diversión. El arte.
Libera tu creatividad, y ya estás tardando en ver el NWD 7: FLIPA
Hablamos de tipos que llevan muchos años, no sólo bajando a saco por las más intrincadas veredas y vericuetos de las arboladas canadienses, sino también construyendo e ideando auténticas locuras artificiales de madera para su goce y disfrute personal.
La serie de North Shore Xtreme, cuya versión VIII se puso a la venta en España a primeros de 2006, es toda una colección de drops brutales, equilibrios imposibles ejecutados con total naturalidad, y algunos descensos vertiginosos al más puro estilo quick&dirty. En sus últimas versiones podremos ver también freeride en montañas nevadas e incluso por la noche. Otra serie de videos, tan legendaria o más, es New World Disorder, estrenada a primeros de 2006, con introducciones en tono humorístico, o la serie de videos Cranked, con sus famosas calaveras. La lista de videos espectaculares es larga, pero con "The Collective" y su secuela "Roam", tuvo lugar un punto de inflexión, porque, aunque aparecen descomunales saltos y piruetas circenses, el montaje cinematográfico, la fotografía, música y enclaves escogidos, los hacen especialmente atractivos. Parece que cuando se ha llegado a un punto en que dejarse caer por gigantescos cortados y hacer grandes backflips en supercampillos era todo lo que aparecía en los videos, alguien tuvo la genial idea de ofrecer algo más.
Por eso me considero un ferviente seguidor del espectáculo de freeride que suponen las creaciones The Collective, en el que la figura del freerider como personalidad de pro famoso pasa a un segundo plano, y hay que verlo como un todo global, el conjunto de diversos elementos que son la esencia de este deporte-arte: la bici, la montaña, la técnica, la belleza. La diversión. El arte.
Libera tu creatividad, y ya estás tardando en ver el NWD 7: FLIPA
martes, 7 de noviembre de 2006
Ahora, después de un tiempo, tengo la certeza de que algo ha cambiado, no sólo físicamente, sino en mi estado mental. Perder unos kilos a cuenta de la intensa actividad aeróbica entraba en mis cálculos, aunque no fuera algo deliberadamente planeado. El aumento de la fortaleza de brazos y espalda sí me pilló algo más por sorpresa, pero bienvenido sea. Mis cortas, pero intensas excursiones de rally-enduro han influido en mantener mi cuerpo en forma de un modo que yo nunca esperaba a mis treinta y cuatro años, pero ha sido el freeride lo que me ha cambiado de verdad.
Desde que dejé el bonito mundo de las BH California y GAC Akimoto en mi temprana adolescencia, nunca volví a coger una bici, y hace apenas año y medio, casado y padre por dos veces, decidí abandonar lo que había sido mi mundo en cuanto a afición se refiere: las motos deportivas. Busqué un sustituto en la bici, pero pronto me di cuenta de que eso de pedalear incansablemente durante horas no estaba hecho para mí, más que nada por una cuestión de aburrimiento, de modo que me fui introduciendo en la calle, el campillo, el free y el descenso, por este orden temporal. Me hice con un cuadro P2, que fui montando y mejorando en componentes con el tiempo, y posteriormente una Stinky entró en mi trastero. Una visita a Vallnord primero, me descubrió el descenso puro y duro, y luego un par de fines de semana en la Pinilla me hicieron disfrutar como un niño chico con los enduros, la sección de pasarelas y cortados, y las trialeras y zonas de curvas entre los pinos.
He sentido la emoción antes y después de afrontar ese cortado que una persona en su sano juicio nunca se plantearía. He notado la adrenalina corriendo presurosa por mis venas. El temblor de las manos por los nervios. El reto sicológico de luchar y romper la barrera de una pasarela de equilibrio. El sonido del viento en el casco bajando a toda velocidad entre las sombras de los árboles que mis hombros esquivan a duras penas. El agotamiento físico y mental al final del día. El corazón golpeando duramente el pecho. Pero también he conocido el dolor. He visto la soledad, y el silencio del bosque tras una dura caída. Afortunadamente, las lesiones me han respetado toda la vida, quizá porque soy consciente de mis limitaciones técnicas.
Pero el freeride me empuja a explorar esos límites, elevando la autosuperación hasta las últimas consecuencias. Creo que es sólo cuestión de tiempo el que me haga daño de verdad, pero no tiene porqué ocurrir necesariamente, espero. Mi empeño en avanzar, por ahora, es irrefrenable, y espero estar aún lejos de mis límites, porque me conozco y sé que cuando llegue a ellos, el freeride habrá dejado de tener sentido para mí. En fin, uno se acostumbra a saltar cortados de dos metros, y busca uno de tres. Pero sé que tarde o temprano dominaré el de tres, y entonces habrá que encontrar uno de cuatro metros, o que haya que hacerlo a toda velocidad, por ejemplo. Siempre subiendo el listón. Quizá las pasarelas de equilibrio que vemos en los videos canadienses surgieron de esa búsqueda del todavía más difícil, aburridos ya de vuelos tan imposibles como peligrosos. Pero fijaros que al final han desembocado en lo mismo: tarimas a cuatro y cinco metros de altura y de sólo unos centímetros de anchura en las que una rueda de dos pulgadas y media apenas cabe...
La cuna del freeride más radical se ha convertido en un espectáculo de tintes circenses, en los que es bastante fácil hacerse daño de verdad ¿a cambio de qué? A esa pregunta se tiene que responder cada uno, está claro. La mente es algo muy poderoso, y el autocontrol puede llevarte a hacer cosas increíbles, pero también hundirte en la mediocridad más absoluta. Olvidáos de tal o cual cuadro, de esa maravillosa horquilla, o del cambio RQTRX que nunca falla, porque es cierto que el mejor material siempre ayuda, pero lo importante, lo sabemos todos, está en nuestro interior, en nuestras manos y nuestros ojos. En la coordinación, la fuerza, la destreza y la resistencia.
Libera tu mente, freerider!!
Desde que dejé el bonito mundo de las BH California y GAC Akimoto en mi temprana adolescencia, nunca volví a coger una bici, y hace apenas año y medio, casado y padre por dos veces, decidí abandonar lo que había sido mi mundo en cuanto a afición se refiere: las motos deportivas. Busqué un sustituto en la bici, pero pronto me di cuenta de que eso de pedalear incansablemente durante horas no estaba hecho para mí, más que nada por una cuestión de aburrimiento, de modo que me fui introduciendo en la calle, el campillo, el free y el descenso, por este orden temporal. Me hice con un cuadro P2, que fui montando y mejorando en componentes con el tiempo, y posteriormente una Stinky entró en mi trastero. Una visita a Vallnord primero, me descubrió el descenso puro y duro, y luego un par de fines de semana en la Pinilla me hicieron disfrutar como un niño chico con los enduros, la sección de pasarelas y cortados, y las trialeras y zonas de curvas entre los pinos.
He sentido la emoción antes y después de afrontar ese cortado que una persona en su sano juicio nunca se plantearía. He notado la adrenalina corriendo presurosa por mis venas. El temblor de las manos por los nervios. El reto sicológico de luchar y romper la barrera de una pasarela de equilibrio. El sonido del viento en el casco bajando a toda velocidad entre las sombras de los árboles que mis hombros esquivan a duras penas. El agotamiento físico y mental al final del día. El corazón golpeando duramente el pecho. Pero también he conocido el dolor. He visto la soledad, y el silencio del bosque tras una dura caída. Afortunadamente, las lesiones me han respetado toda la vida, quizá porque soy consciente de mis limitaciones técnicas.
Pero el freeride me empuja a explorar esos límites, elevando la autosuperación hasta las últimas consecuencias. Creo que es sólo cuestión de tiempo el que me haga daño de verdad, pero no tiene porqué ocurrir necesariamente, espero. Mi empeño en avanzar, por ahora, es irrefrenable, y espero estar aún lejos de mis límites, porque me conozco y sé que cuando llegue a ellos, el freeride habrá dejado de tener sentido para mí. En fin, uno se acostumbra a saltar cortados de dos metros, y busca uno de tres. Pero sé que tarde o temprano dominaré el de tres, y entonces habrá que encontrar uno de cuatro metros, o que haya que hacerlo a toda velocidad, por ejemplo. Siempre subiendo el listón. Quizá las pasarelas de equilibrio que vemos en los videos canadienses surgieron de esa búsqueda del todavía más difícil, aburridos ya de vuelos tan imposibles como peligrosos. Pero fijaros que al final han desembocado en lo mismo: tarimas a cuatro y cinco metros de altura y de sólo unos centímetros de anchura en las que una rueda de dos pulgadas y media apenas cabe...
La cuna del freeride más radical se ha convertido en un espectáculo de tintes circenses, en los que es bastante fácil hacerse daño de verdad ¿a cambio de qué? A esa pregunta se tiene que responder cada uno, está claro. La mente es algo muy poderoso, y el autocontrol puede llevarte a hacer cosas increíbles, pero también hundirte en la mediocridad más absoluta. Olvidáos de tal o cual cuadro, de esa maravillosa horquilla, o del cambio RQTRX que nunca falla, porque es cierto que el mejor material siempre ayuda, pero lo importante, lo sabemos todos, está en nuestro interior, en nuestras manos y nuestros ojos. En la coordinación, la fuerza, la destreza y la resistencia.
Libera tu mente, freerider!!
domingo, 5 de noviembre de 2006
Me gustaría empezar mi vida bloggera con una reseña hacia mi querida Julia D'Espagna. El miércoles pasado se le cruzó un pino mientras "entrenaba" el descenso de Rute, en Córdoba. El mu jodío, para variar, se emocionó de lo lindo y perdió el control de su Kona en medio de una trialera a 35 km/h...
Ahora le esperan unas semanas de inactividad y larga recuperación para que una rótula partida quede como nueva.
Desde aquí, este pequeño rinconcito en la inmensidad de la red mundial, va mi ánimo y deseo de pronta recuperación, oh amigo. Sed libres y pedalead a tope!!!
El Jules volando con su apestosa Kona en Casares.
PD: ya sabes que eres el hermano que nunca tuve.
Ahora le esperan unas semanas de inactividad y larga recuperación para que una rótula partida quede como nueva.
Desde aquí, este pequeño rinconcito en la inmensidad de la red mundial, va mi ánimo y deseo de pronta recuperación, oh amigo. Sed libres y pedalead a tope!!!
El Jules volando con su apestosa Kona en Casares.
PD: ya sabes que eres el hermano que nunca tuve.
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