sábado, 6 de diciembre de 2025

Singletrack fury: el sendero infinito

Hace unas semanas coincidí con Ernesto el Bocina en un bar, y no pude sino levantarme y darle un abrazo mostrándole mis respetos y admiración por su labor constructora de senderos en los pinares de Punta Umbría, Aljaraque y Cartaya. 
Hacia varias lunas que no cogía la bici de monte, no me gusta el campo seco y amarillo, el polvo, las trampas de arena. Y durante la época calurosa, que se extiende más allá de lo que se conoce como “verano”, en estas latitudes, prefiero usar la flaca o mi engendro gravillalizado. 
Pero hoy me decidí por el bisturí, pensando, con buen criterio, que el momento era propicio. 


El verde empieza a dominar e espectro del color de la naturaleza que me rodea. Ni un charco, nada de barro. El terreno está muy necesitado de agua, y lluvias tan torrenciales como esporádicas, ayudan poco, y hasta pueden hacer más daño que bien. 


No me he cruzado con ningún otro ciclista hoy, y mira que el día está bueno. Varios nuevos caminitos he investigado, y hasta he rodado por el suelo cuando a la salida de una cerradísima curva la rueda delantera se ha metido en unas jaras y me he quedado frenado, cayéndome prácticamente parado sin darme tiempo a sacar el pie de la cala. Como un novato, sí, ríanse. 

Aún así, lo pasé muy bien, y estoy contento de haber salido con la bici hoy, en lugar de coger la moto.