Por fin me animé el domingo por la mañana a probar los últimos cambios de la Hei Hei SS, recién la niebla se levantó, que dejó el terreno ligeramente húmedo, que no encharcado ni embarrado: perfecto en agarre y verdor.
Agradeciendo el frío ambiente, que pronto tornara en temperaturas primaverales con dos meses de adelanto, aprecio enseguida, me doy cuenta (casi lo había olvidado) de la gran bicicleta que es ésta, que ganó muchísimo con el paso de la horquilla rígida a la suspensión delantera, no sabiendo si achacarlo al ligero cambio en la geometría o a la comodidad y seguridad propias de la amortiguación. Un nueve le otorgo a la Fox F80, suavísima y mucho más rígida que la Sid Team que monta mi otra Hei Hei, que es más ligera, más lineal, pero también claramente menos rígida. Ahí la Float gana por goleada, pero el exceso de gramos la penaliza para obtener la máxima calificación.
Me gusta mucho la Kona, sí, es inevitable. Y los nuevos/viejos frenos, en conjunción con las llantas cerámicas, ofrecen una capacidad de deceleración difícil de asimilar, tanto por potencia como por modularidad. Trato, no obstante, de no cruzar charcos, riachuelos ni similares, no me gusta el efecto que causa en las llantas la suciedad que queda.
En el margen de un camino me llama la atención esta construcción, fruto de una arquitecta octópoda perteneciente a una de las 46.500 especies que existen:
Sigo girando el pedalier, la Kona avanza ayudada por las Leyes de Newton, sobre todo la Segunda: la inercia es tu amiga, hay que tratar de mantenerla como sea. Huyo de fuertes pendientes, aunque algunos repechos son inevitables, y la falta de forma hace que las pulsaciones se disparen. En los llanos y ligeras bajadas la dejo correr, casi hipnotizado por el sonido de abejorro del Cristo Rey trasero. Ahora muchos fabricantes utilizan rachet en sus bujes, pero sólo hay uno original y pionero, y su sonido música sigue siendo inconfundible y peculiar.
Me encuentro con Julio G&G bajando el "cañón del colorado", y charlamos un par de minutos. Un rato más adelante, me cruzo con Javi el cristalero, pero él va tan lanzado que no se da cuenta de quién soy...
El día la verdad es que es propicio para el paseo matutino, una de esas mañanas perfectas para el recreo a dos ruedas.
Pensar que el cuadro de la Hei Hei ha realizado ya casi 27 vueltas al Sol, tiene miga. Ahí está, como el primer día, igual de bonito, igual de válido. Pero hay que saber apreciarlo, o querer hacerlo. Yo quiero, y lo aprecio mucho.
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