Un caluroso día a mediados de agosto, desde las 8:30 de la mañana, es buena ocasión para dar un paseo en moto con Antonio L y su Falco, una máquina desconocida para el gran público, incluso para los más aficionados, diría yo.
Fuimos a ritmo tranquilo hasta Zufre, un bonito pueblo de la sierra, donde desayunamos en el restaurante-bar junto al mirador de la plaza, con vistas preciosas. Allí nos intercambiamos las motos, y pude disfrutar de la conducción de esta atípica y muy buena moto. Y digo atípica principalmente por la configuración de su motor de dos cilindros en uve a 60°, y su programa objetivo, su estilo de sport-turismo, dentro del amplio catálogo que ofrecía Aprilia en aquella época, utilizando el mismo motor, aunque con diferentes características de potencia y suavidad, para equipar a deportivas radicales (RSV Mille), seminaked deportivas (Tuono), la sport-turismo que ahora nos ocupa, y una aún menos conocida máquina de turismo (Futura).
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El objeto de la prueba |
Y es que Aprilia, famosa por sus logros deportivos, no podía hacer una sport-turismo al uso. Porque esta Falco es más sport que turismo, sin duda alguna, tanto por protección aerodinámica (con una pantalla relativamente baja), por postura (con los manillares alejados y bajos, y también por el carácter de su motor, que se encuentra cómodo girando arriba, inusual en un bicilíndrico. No quiero con esto decir que con esta moto no se pueda circular despacio o en ciudad, si eres capaz de aguantar la postura mucho rato a baja velocidad, pero sinceramente creo que no está cómoda en este ámbito: se calienta rápidamente, y las muñecas pueden molestar.
En cambio, en carretera abierta, meter sexta y dejarla correr haciendo que su motor ronronee en sexta velocidad te llevará al maravilloso mundo del transporte personal a alta velocidad de una manera cómoda y segura. Corre, y corre mucho, más de lo que su inofensivo aspecto pueda insinuar. Pero pide a gritos unos escapes algo más "sonoros", con los que la experiencia sería más completa. Vibra poco a bajas revoluciones, lo que es una sorpresa, y se nota que es un motor muy estudiado y evolucionado, y arriba estira y anda mucho, pero tiene un bache ostensible a medio régimen. Seguro que no es difícil de eliminar con la programación o los escapes adecuados, pero es lo que hay. Sólo hay que saberlo y actuar en consecuencia con el acelerador para sacar buen rendimiento de la Falco, cuyo chasis y suspensiones son deliciosos. El primero es predecible y noble, y las amortiguaciones son sensibles y regulables, de calidad.
Aunque no tiene una potencia exagerada, sus alrededor de 120 cv dan juego de sobra no sólo para divertirse en carretera de curvas (cosa que hicimos y hemos hecho muchas veces), sino que además, gracias a las "patas largas" del bicilíndrico, muy válido para viajar largas tiradas con equipaje y todo.
En cuanto a otras sensaciones de conducción, sólo puedo decir que la postura incita a entrar alegre en curva, su peso no es excesivo (pues no se deja notar, lo que es siempre buena señal), los frenos cumplen sobradamente dadas las características y el uso al que están destinados (montaje típico de moto italiana, garantía de calidad). Es una moto con la que me he sentido a gusto nada más recorrer cien metros con ella, intiuitiva y fácil de conducir, y aunque los relojes pueden parecer de juguete (son prácticamente iguales a los de sus primas de 125 2T), dan información sobrada y son fácilmente legibles. El asiento es cómodo, y tiene un buen hueco bajo el colín para meter todas esas cosas que de otro modo harían tremendo bulto en la chaqueta o el mono.
En resumen, un motor indestructible, fiable y potente, una buena geomtería, detalles estéticos y manejo más que decente. No entiendo cómo no se vendieron más por aquí... pero ya sabemos qué es lo que le gusta y quiere el aficionado español medio.
Mis enhorabuenas a Antonio L. por tener esa gran moto, y gracias por dejármela probar.
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