jueves, 2 de junio de 2022

El juguete medio lógico

 En unas ciudades tomadas por vehículos SUV, que poco a poco han ido haciéndose legión, el conductor a manos del utilitario común y normal, el típico hatchback de tamaño pequeño o medio, puede sentirse intimidado al verse rodeado de esos aparatos de altura elevada, masa monstruosa, en verdad inútiles. 

El SUV se ha impuesto, el marketing, la moda, los fabricantes, han hecho bien su trabajo, y ahora lo normal al adquirir un vehículo nuevo es pillar uno de estos engendros que no son ni todoterrenos, ni turismos, ni furgonetas, sino todo lo contrario. No hacen nada perfecto, pero cumplen, que es de lo que se tratan. Y el tamaño y la altura importan, ya lo creo. Hay que sentirse poderoso, importante, inexpugnable, a los mandos de tu electrodoméstico, porque se trata de eso: de lo que uno siente, de lo que está dentro de tu cabeza, de tu mundo, tu universo. Da igual que exista un universo objetivo allá afuera, con sus propias e inmutables reglas físicas: tú tienes las tuyas, y si te convencen de que un SUV es mejor, lo interiorizas, lo asimilas... entonces el daño ya estará hecho.

Y cuando lo que te rodea te hace parecer pequeño, la solución es unirte a tu enemigo.

Mi hermana pequeña ha cambiado su viejo VW Passat Variant (un coche muy cómodo, amplio, estable, seguro en su conducción, de buena calidad), por un Seat Arona, acabado Style, motor de tres cilindros de gasolina, un litro de cilindrada con turbo, 110 cv, y cambio DSG de 7 velocidades. En palabras de mi hermana, "gasta menos, corre más, es más fácil de conducir, y puede hablar por el móvil y poner música de Spoty". Nada que objetar.


Es cierto que la estética no es lo más conseguido del Arona, sobre todo la parte trasera, zona del pilar C y maletero, que presenta unos recursos estilísticos discutibles, como si no hubieran sabido como acabarlo. Es decepcionante, cuando vemos que el mismo grupo, el T-Roc de VW, su rival directo, o el Skoda Kamiq, por no salir de VAG, tienen mucho mejor resuelto este asunto. Y no es que se trate de imagen de marca, porque no se parece en nada al Ateca o el Tarraco, sus hermanos mayores. 

La vista lateral se ve comprometida, por tanto, por esta aberración trasera, los ojos se van irresistiblemente a este fallo estético. Por delante ni fú ni fá, uno más. Es, en definitiva, uno de esos coches anodinos, una creación que lo mismo podia ser un Seat, que un Renault, un Citröen, un Kia, o ...

El horror

En cambio, por dentro me ha gustado mucho. Aunque no es un coche económico, 26.000 euros ha costado, los acabados de los plásticos son de lo más barato, parecieran sacados del siglo pasado: duros, rígidos, sobre todo en el salpicadero (una pieza grande y siempre a la vista, que debería por tanto estar mejor cuidada). Pero incluye todos los gadget de un coche moderno: pantalla totalmente digital en el cockpit, gran pantalla central, conexión con teléfono móvil y acceso a sus características personales, bandeja para carga inalámbrica del mismo... 
Además, el coche es muy amplio en las plazas delanteras, mucho más de lo que su tamaño exterior pudiera sugerir, y el puesto de conducción es cómodo, todo está en su sitio, y hay buena visibilidad (todas las ventanillas son grandes y vas un poco elevado). Detrás es correcto para llevar a dos adultos con solvencia. El maletero es grande, me ha parecido mayor que el de un Golf, lo que tampoco es tan difícil.



En cuanto a la conducción, dos cosas llaman la atención: el motor tiene brío, me ha sorprendido dada sus características de cilindrada y par, y el cambio es muy suave. El tricilíndrico empuja desde abajo, sin vibraciones, y más de lo que parece, haciendo que acelere rápidamente. El DSG no se nota, hay una evolución en el funcionamiento enorme desde el que monta mi Touran, por ejemplo. Diez años de evolución se notan, y mucho. 

El coche es lo que es, un utilitario disfrazado de algo más, pero no nos debemos llamar a engaño: el Arona no es más que un Ibiza levantado con unos protectores en los pasos de rueda. No es un todoterreno, ni tampoco lo pretende. Se desenvuelve a la perfección en su ámbito de actuación, que es la ciudad y sus circunvalaciones, y con nota. No es un deportivo al que haya que exigirle prestaciones, aunque corre lo suficiente para meterte en problemas con la Ley a la mínima de cambio. Frena bien, se aguanta en curva como el que más, no tiene reacciones extrañas ni mucha transferencias de peso a pesar de estar condicionado en su diseño. 

Es un utilitario moderno, de estos tiempos que corren, que puede colmar tus deseos y necesidades sobradamente. Es el cochecito ideal para mi hermana. 

Yo nunca me compraría un Arona.

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