En ocasiones cojo un clásico atípico y lo leo. A veces triunfo, como cuando leí a Truman Capote o a Hemmingway. Otras intento ver porqué una lectura ha sido considerada un clásico, busco emplazarla en lugar y momento histórico y comprender. Es por ello que me encantó, por ejemplo, "Ciudadano Kane", porque aunque vista bajo los parámetros del cine actual puede no gustar, no ser comprendida, o no ver nada especial en ella, siento y admiro lo que hizo el gigantón de Orson por entonces.
Y visto así, hay clásicos que permanecen a pesar del paso del tiempo (que es lo que precisamente los hace serlo), y otro que... mejor no gastar metáforas con ellos, como el afamado "Alicia", que es un desvarío de principio a fin, sin pies ni cabeza. El autor se justifica con que es un cuento para niñas, y al final, para dar explicación (¿acaso una novela de aventuras necesita tal cosa?) a las tropelías contra la lógica y la física, se justifica con aquello de "fue un sueño". Pues sí, cuando Alicia despertó, por fin, se acabó el sinsentido y la ausencia argumental. Una serie de situaciones tan absurdas como poco atractivas son las que llenan el breve libro (menos mal que es breve).
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