Margaret Atwood se hizo más famosa cuando se popularizó “El cuento de la criada”. Tres décadas más tarde, la autora recupera su distópico mundo y lo lleva hasta un final dramático en esta secuela en la que se pone punto final a la historia de Gilead.
De conocidas ideas feministas, Atwood sin embargo no usa su habilidad como escritora de un modo combativo o dañino, sino con mucha habilidad, retratando una sociedad que es reflejo quizá de cómo se sienten millones de mujeres, víctimas de un sistema que no pueden cambiar... pero que sí pueden cambiar o, al menos, pueden intentar huir, y en el que cada una tiene su forma de luchar.
Desde luego, esta secuela no tiene la garra ni la fuerza ni el original planteamiento (a veces horrible y atroz) de "El cuento de la criada", y emplea una técnica totalmente diferente en su redacción y desarrollo, a base de testimonios de sus protagonistas leídos por alguien que los encuentra muchos muchos años después de los sucesos ocurridos, encontrados casi por casualidad por un grupo de historiadores. No quiero decir que su lectura sea una pérdida de tiempo, al contrario, es bastante entretenida, pero hay que decir que la historia puede ser bastante previsible en sus presupuestos principales, lo que quita valor al conjunto y te deja un poco decepcionado. Pero se puede leer, y de hecho se lee rápido y de manera amena.
Mi compañero de la oficina Juan Ramón (vaya nombre, siendo de Huelva, eh), quien arrastra su afición a la ciencia ficción igual que yo, me prestó su ejemplar de este libro que he aprovechado para leer durante unos días de vacaciones que he tenido en este mes de diciembre. Desde aquí le doy las gracias por el préstamo, que no es la primera vez que lo hace.
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