Esta semana se nos ha impuesto como vacacional dada la casi inexistente carga de trabajo en la oficina, son las consecuencias del covid que nos han llegado un poco retardadas, y como consecuencia, lo veo venir, la recuperación también vendrá igualmente retardada.
Pero no es costumbre mía el llorar por estos temas, sino adaptarme, vivir el momento, sentir el ahora, y meditar en la calma. Hay muchas maneras de meditar, de dar ese descanso al cerebro, y yo suelo hacerlo de diversas maneras, tanto pasivas, sentado sobre un puff con las piernas cruzadas, ojos cerrados, y concentrado únicamente en mi respiración; como activas, practicando alguna actividad (moto, bici, correr, kite), todas ellas exigen una concentración especial, a menudo pueden convertirse en acciones que se dejan al albur de la memoria muscular, dejando la mente prácticamente vacía aunque no del todo...
Es normal empalmar tres o cuatro curvas tirando la bici bien abajo, sintiendo el agarre de las gomas, bombear con las piernas y el manillar saliendo despedido hacia adelante mientras grito "yiiiijaaaaaa". Cualquiera que me vea u oiga pensará que estoy mal, pero no sabe lo que se pierde si nunca ha sentido algo así.
Soy un gran defensor de las sensaciones, de escuchar a tu cuerpo, y ya conté aquí hace mucho cómo dejé de usar ordenadores y ciclocomputadoras. Sólo llevo el móvil con una app para seguimiento y poder ver por donde he ido y controlar el tiempo que estoy montando.
Pero las sensaciones, ah, a veces hay que buscarlas, y en otras ocasiones te alcanzan y te transportan, te lanzan, te empujan.
Me pierdo por los pinares, descubro nuevos senderos, el terreno está perfecto tras una semana lloviendo, ahora el campo florece por doquier, y se inunda de flores amarillas y azules. El crepitar de la arena y las pequeñas piedrecillas bajo las ruedas, el roce de las hierbas, trinos de pájaros aquí y allá.
Las difucultades aparecen a la hora de practicar otros deportes. El kite es difícil, las informaciones contradictorias, no está claro lo que se puede y lo que no se puede hacer. Correr ya se me hace duro para rodillas y tobillos, y las calles están atestadas a las horas consignadas para su ejercicio. Mi reencuentro desde hace varios meses con el ciclismo me ha dado un impulso de vitalidad que no esperaba a estas alturas de mi vida, y disfruto mucho, muchísimo con cada una de mis bicis, todas distintas, todas cumplen su cometido, todas diferentes, es difícil por no decir imposible elegir una favorita. De todos modos, para qué elegir sólo una.
Con el nombre de este caminito queda todo dicho.
Sigan viviendo, disfrutando a su manera, superando, mejorando, formándose, apreciando, amando.
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