Sinopsis: Se centra en un excéntrico y decidido equipo americano de ingenieros y diseñadores, liderados por el visionario automovilístico Carroll Shelby (Matt Damon) y su conductor británico Ken Miles (Christian Bale). Henry Ford II y Lee Iacocca les dan la misión de construir desde cero un nuevo automóvil con el fin de derrocar el dominio de Ferrari en el Campeonato del Mundo de Le Mans de 1966.
Obviamente basado en la historia real que ocurrió en aquellos años, esta película nos presenta diversas dualidades o enfrentamientos entre maneras de ver las cosas.
Así, tenemos en primer lugar el motor de todo, dentro de la propia fábrica de Ford, un comité muy conservador que quiere que todo siga como está, y se centra en querer vender más y más a toda costa, encabezado por el ejecutivo Leo Bibi (o como se escriba, porque no lo vi escrito nunca), frente a Lee Iaccoca, que desea hacer algo absolutamente nuevo y distinto, sobre todo tratándose de Ford, que no olvidemos fue el fabricante que puso al alcance del pueblo la oportunidad de poseer un automóvil (eso sí que fue el verdadero volkswagen, y no lo de los alemanes): fabricar un coche para ganar la carrera de resistencia de las 24 horas de Le Mans, y así convencer al público más juvenil de que Ford puede hacer deportivos.
Merced a la idea de Iaccoca, nos llega la segunda de las polarizaciones: la manera americana de llevar Henry Ford II su fábrica, y la manera a la italiana de Enzo Ferrari de llevar la suya. De refilón vemos a Agnelli, quien con su adquisición de Ferrari desbarata los planes iniciales de los americanos, que quisieron aprovechar el lamentable estado contable de los italianos para aprovechar su know-how lanzando un órdago financiero.
Ante la sucia jugada de los espagueti, Henry Ford II toma el reto como algo personal y resulta ser el empujón que necesitaba para llevar a cabo la empresa ideada por Iaccoca, y de manera totalmente a la americana. Para ello contratan a Carrol Shelby, un excorredor (que en su día ganó en Le Mans), un reputado diseñador y constructor de pequeños descapotables deportivos, para que fabrique un vehículo adecuado. Y aparece la tercera y última dualidad: Ken Miles, el piloto fetiche de Shelby, un excéntrico cuya vida es la mecánica, la conducción, y su pequeña familia. Miles es un fenómeno de la naturaleza, un apasionado que a pesar de su avanzada edad para ser piloto profesional (45 años entonces), no pudo triunfar en ese aspecto porque tuvo que ir a la guerra y se truncó así su futuro. No obstante, Shelby confía en Miles, Miles confía en Shelby, pero desde el primer momento en que se conocen, Miles y Leo Bibi chocan frontalmente. Uno solo piensa en los números, en hacer la pelota a Ford, en vender, en marketing, en dinero, y el otro solo piensa en volar bajo, no se calla nada, tiene un carácter difícil, arisco, lenguaraz y puede llegar a ser violento.
Entre medio, veremos carreras de coches en Willow Springs y en Daytona, broncas familiares, broncas de negocios, jugarretas feas, falta de confianza, juego sucio, juego limpio, algo de emoción, mucho ruido de motores (magníficamente realizado esto), todo ello aderezado con la impecable y magnífica forma de actuar de Bale, que lo borda. No conocí a Ken Miles, pero estoy seguro de que hasta los andares, la complexión, los gestos, son casi perfectos. Damon en su línea, un actor que tiene muchos registros, pero que casi siempre hace el mismo papel, a pesar de sus intentos de actuar en verdaderos dramas como éste (que es un drama, no olviden esto) y salir más o menos bien parado.
Peli larga, dos horas y medias son más que suficiente para contar la historia, pero se pasan aceptablemente merced a las tomas increíbles de acción, el sonido verdaderamente creíble de los motores, etcétera. Lo he pasado mejor que cuando vi la legendaria "Le Mans" de Steve McQueen, que quizá recoge mejor el ambiente de la mítica carrera, pero es un tostón solo para muy freaks de la velocidad. Pero en este nuevo filme no se trata de Le Mans, no, sino de Ford vs Ferrari, pasión vs dinero, y en el fondo de todo, el amor. Amor al trabajo bien hecho, a la búsqueda de lo bueno, de la perfección.
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