Y aunque la espera me desesperó, mientras otros llevaban ya horas disfrutando del frente de baja presión que penetraba desde el Oeste, fue salir de la oficina, llegar a paso muy ligero a casa para comer algo, y salir pitando con un par de kites y la Skater para montarla en la tormenta.
Su primera tormenta, que se ha saldado con varios gritos de emoción y alegría, de velocidad, de voladas, recortes, espuma y amor. Amor al viento y al agua. Amor a la vida. Amor a la libertad.
La viva imagen de la felicidad ha quedado impresa en mi memoria para darme fuerzas y ánimos hasta la próxima borrasca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente, quédese a gusto, pero si firma como anónimo nadie lo verá.