Olaf Stapledon escribió, y se publicó en 1937, esta novela tan atípica como única.
Su lectura no es fácil, y de hecho tuve que ir intercalando otros libros para hacer más llevadera tan poco estimulante empresa. Me costó varias semanas llegar al final, porque tengo la manía de acabar los libros que empiezo. Y aunque no ha sido verdaderamente una pérdida de tiempo en sentido estricto, su aridez es tal que me resulta extraño que en aquellos años se hubiera escrito algo así.
No he leído antes nada de Stapledon, y dudo que lo haga ahora que ya conozco de primera mano la que es considerada su obra maestra.
Hacedor de Estrellas cuenta el viaje astral (literalmente) de un ciudadano inglés que una noche sale a una colina junto a su hogar y admira el cielo nocturno, las estrellas, y se pregunta por el origen y el devenir. Y así, de repente, sale de él, inicia un viaje exploratorio, primero por la galaxia, y después por el Universo entero. Ni recuerdo, si es que se mencionó en algún momento, el nombre de este protagonista. Lo cierto es que finalmente encuentra otras formas de vida, alguna parecida a la de la Tierra, otras absolutamente diferentes, increíbles, en diversos grados de civilización y avance, consigue una conciencia múltiple junto con otros seres, acaba describiendo otros tipos de imperios, sus levantamientos y caídas, la destrucción y formación de galaxias enteras, luchas estelares, planetas y todo un abanico de posibilidades de relaciones cósmicas.
Finalmente, es capaz de contactar con el Hacedor, y pasamos un poco de algo meramente descriptivo o científico, a un plano prácticamente religioso que para mí, al leer esta parte final, supuso una profunda decepción.
El libro es prácticamente una descripción larguísima del Universo, con idas y venidas por los eones del tiempo, con invención, haciendo gala de una imaginación asombrosa, de todo tipo de seres, conciencias, situaciones... Pero claro, tanta descripción cansa. A mí al menos.
Es ficción, sin duda, pero dudo que finalmente se pueda catalogar como ciencia ficción, sino más cerca del plano de la fantasía, y no es lo mismo. Para nada.
Aunque dicen que este libro ha influido mucho en autores de la talla de Heinlein y Asimov, entre otros, yo jamás lo releería, ni de hecho lo recomendaré en modo alguno.
Un auténtico peñazo. Y es que las cosas pueden estar bien escritas, y este libro lo está, sin duda, pero también pueden carecer de interés, o es que simplemente no es lo que yo busco en una novela de ciencia ficción.
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