A todos nos ha recordado a la Desmosedici RR de antaño, pero aunque su origen puede ser ese, en verdad es una evolución ligada por ciertas características comunes, pero muy distintos en otras cuestiones.
En su día ya hablé del calado desfasado que Yamaha "inventó" con su cigüeñal Crossplane en la R1 de 2008, una virguería mecánica, casi elevada a la categoría de obra de arte, con la finalidad de igualar la entrega de potencia de un V4 en un motor de cuatro cilindros en línea.
A Yamaha le ha ido bien con el invento, al menos en cuanto al rendimiento en el Mundial de MotoGP.
Para ilustrar la diferencia entre un cigüeñal normal y otro crossplane, vean las siguientes imágenes:
calado normal |
calado crossplane |
Un ciclo completo de un motor de 4 tiempos necesita dos vueltas del cigüeñal, que son 720º de giro. Cuatro explosiones equidistantes dan como resultado un calado habitual de 0-180-360-540.
Las explosiones en un motor V4 con 90º de apertura de cilindros, se suceden según el siguiente esquema: 0-270-450-540. Esquema que imita el 4 cilindros en línea con configuración crossplane.
Observamos que mientras que en un L4 las explosiones son lineales, equidistantes y distribuidas igualmente a lo largo del ciclo completo de dos vueltas de cigüeñal, en un V4 (y en el crossplane) las cuatro explosiones tienen lugar más cerca entre sí y queda un espacio mayor antes de volver a iniciar el ciclo. Esto promete más capacidad de tracción y un tacto más lleno del motor, más par a un régimen menor de revoluciones, por causa de cuestiones mecánicas que prefiero no explicar aquí y ahora.
Pero dentro de los motores en uve también se pueden hacer calados extraños, configuraciones mágicas del cigüeñal, en busca de ciertos efectos, cosa con lo que Honda ya experimentó en los años noventa con sus famosas NSR 500, y sus laureados y controvertidos motores "big bang" y "screamer". Con el primero se unieron más las explosiones, con el segundo se separaron en busca del comportamiento de un L4. Curioso, ¿no?
Llegamos, por fin, al nuevo motor Stradale de Ducati. La marca italiana lleva desde los años setenta siendo fiel al motor V2, que le ha aportado innumerables éxitos en competición y en la calle. Nadie queda indiferente al tacto, sensaciones y sonido de su motor de dos cilindros a 90º, lleno de par a medio régimen, inagotable capacidad de tracción, y sencillez mecánica. Pero los tiempos cambian, y la demanda de más potencia para competir en igualdad de condiciones parece que ha sido la chispa que ha detonado la fabricación de una motocicleta con una planta motriz novedosa, al menos en gran serie (dentro de los grande que puede ser una serie de esta marca).
Aprovechando lo aprendido en las carreras, Ducati ha emulado su propio cigüeñal desfasado, llamado "twin pulse", porque trata de imitar en la medida de lo posible la forma de entregar la potencia de un V2.
Para ello, con solo girar 70º la muñequilla de uno de sus pares de cilindros, se consigue lo siguiente: 0-90-290-380. Desde la última explosión hasta la primera del siguiente ciclo hay 340º, casi un giro completo, y se agrupan las explosiones en dos conjuntos de 90º muy juntos entre sí, un motor "big bang" en toda regla, denominado twin pulse por motivos comerciales. Se trata así de asimilarlo lo máximo posible por un lado a la moto últimamente tan eficaz en manos de Dovi, y por otro acercar su comportamiento (salvando las distancias) al del sempiterno V2.
Una moto que será más cara, más ancha y más grande en términos genrales que la Panigale, y de la que no está prevista la fabricación de hermanas pequeñas de media cilindrada. Queda pues un poco incierto el futuro de la gama para los aficionados, que vemos cómo pasan por delante de nuestros ojos máquinas cada vez más sofisticadas e inalcanzables.
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