domingo, 3 de septiembre de 2017

Septiembre

Para muchos el verano acaba el 31 de agosto. Pero los elementos son caprichosos y lo mismo llega una tormenta típica preotoñal, o sigue haciendo incluso más calor que los últimos días del octavo mes.
Yo no dejo de hacer mi escapada semanal (si el limitador de velocidad no lo impide), en esta ocasión cambiando un poco el itinerario. 
Es una gran suerte poder elegir sobre la marcha. 
Como es el mes de vacaciones de la Venta del Cruce, habitual lugar de desayuno o café, sigo un poco más arriba hasta Aguafría, donde he parado otras veces hace años. Ni el café ni el jamón de la tostada han sido tan buenos como los de la Venta, pero el precio es el mismo. No son malos, ojo, eh, pero lo otro me gusta más. A cambio, es un sitio más tranquilo, y tiene más encanto el lugar. Pros y contras, como en todo.

La rubia, solitaria, antes de las 9 de la mañana, aguarda a que despache la tostada.
En vez de volver sobre mis pasos, decido continuar subiendo por la misma carretera, y tuerzo pronto a la derecha, dirección Castaño del Robledo y Fuenteheridos. Carretera muy sinuosa y umbría, de esas que en invierno siempre están húmedas. 
Continúo por la general hasta Aracena, y allí ya tomo hacia Campofrío por una bonita cinta asfáltica de curvas rápidas en las que es difícil concentrarse dada la belleza del paisaje. 

Voy prestando atención a la nueva cúpula o parabrisas, más elevada que la anterior, demasiado pareciera, aunque la publicidad del producto habla de sólo 2'5 cm más que la original, a mí me parecen 5 o más. La cambio principalmente por el aspecto envejecido que tiene la que la moto traía.
Al proteger más del viento, soy menos consciente de la velocidad, y supero con facilidad lo aprisa (o despacio) que estoy acostumbrado a montar. Necesitaré un periodo de acostumbramiento.


Llegado a Campofrío, sigo dirección Río Tinto, Nerva, y comienzo a bajar por una culebreante y estrecha carretera que me llevará a pasar por El Madroño y Berrocal, para comenzar mi descenso habitual hacia La Palma en plenitud de goce y albricias.




Dicen que la gama Superbike de Ducati son motos hechas para curvas rápidas, amplias, y de asfalto inmaculado. Yo digo que hay mucha literatura y mucha tontería, y que lo que hay que hacer es andar más en moto y charlar menos en los bares. Ya en mi etapa con la 999, allá por 2003-2004, una de mis frases favoritas era "el movimiento se demuestra andando".

Andemos, pues, y libremente.

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