Otra novela de Harry Harrison, de quien recientemente comenté otra titulada Hagan sitio, hagan sitio!
En este caso estamos ante una verdadera obra de ciencia ficción al más puro estilo space opera.
El protagonista, Jason dinAlt, es un jugador profesional con poderes síquicos y telequinéticos, que se gana la vida haciendo trampas en los casinos de los planetas exteriores. Es contratado por un dirigente/representante de Pyrrus, un planeta extraño y duro, cuyas condiciones geológicas son terribles, y cuya fauna y flora se empeña en eliminar a la población humana de colonos que allí habita, dedicada en su día a la explotación minera. El trato es hacer saltar la banca de cierto casino, para gastar el dinero ganado en armas que sirvan para seguir con la lucha contra los seres vivos de Pyrrus.
Hasta ahí lo fácil para Jason, quien decide ir a tal planeta para refugiarse un tiempo, y descubre que es real y verdaderamente muy difícil sobrevivir allí, donde para empezar la gravedad es el doble que en la Tierra, y cada mosquito, brizna de hierba, pajarillo, quiere acabar con él. La cosa es llamativa, porque descubre que hay otros humanos que viven en armonía y consonancia, a su pyrrana manera, con la ecología del lugar. Se dedica a investigar, y trata de solucionar este misterio.
Todo un canto ecologista, lleno de acción y aventura. Novela muy entretenida, supongo dirigida a un público adolescente, aunque a mí me ha gustado. No es ninguna obra maestra, desde luego, pero sí es animada, peculiar en su objeto, fácil de leer y muy directa, sin artificio ni florituras. Un poco predecible a veces, y con un final creo que bastante mejorable, que deja abierta la puerta para continuar la historia de los personajes por otros derroteros... lo que hizo el autor con libros posteriores que, de momento, no leeré.
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