domingo, 18 de septiembre de 2016

La boda, el tiburón, y avances con el foil

El fin de semana se presentaba atípico, motivado principalmente por mi asistencia a la boda de la hija de una prima hermana a quien apenas conozco y sólo he visto tres veces en mi vida. Pero sí que conozco a mis primas, y siempre me cayeron bien, a pesar de tener poco trato con ellas por causa de la distancia.
De modo que hago de choffeur para mis padres, ofreciéndome a manejar el tiburón, vehículo sobre el que ya hablé hace años en este bloc:

A la puerta de un local donde adquirir gustosos manjares deirvados del cerdo, en Monesterio
El MB CLS, al que yo veo como heredero ideológico (salvando las distancias temporales y prestacionales) del afamado Citroen "Tiburón", es todo un placer para un viaje hasta Mérida. El aparato es un tragamillas impresionante, no tiene fin, nunca va forzado sea cual sea el crucero que llevemos, tiene un aplomo digno del AVE (supongo que los 1800 kg tienen algo que ver), amén de una comodidad fuera de toda duda. 
El bicho corre tela, pero el gran problema es que no lo parece, y puede ser fácil acabar entre rejas...
La boda, bien. Gran ágape, calidad en los productos, mucho ambiente, y un tiempo cojonudo. Me alegro muchísimo por los novios, la verdad.

Me dio tiempo a llegar hoy a mediodía para devolver tanto al tiburón, como a mis padres, sanos y salvos, a su hogar dulce hogar, y sin solución de continuidad agarré el volante de mi mosquito, que me pareció en esos momentos más mosquito que nunca: pequeño, ligero, duro de suspensiones y dirección, pero encantador por el ambiente de su interior, su potencia y manejo, a pesar de pronto va a cumplir nueve años. Sigue rindiendo al máximo nivel, y con sólo 55.000 km está prácticamente en rodaje. Maravilloso. Una gozada.

Llegar a casa, comer un plato de pasta amorosamente dedicado por el limitador, y poner pies en polvorosa hacia Punta Umbría, con ella, sí, raro pero verdad. 
Una floja brisa nos recibe, con una temperatura ideal para estar en la playa. Magnífico mes de septiembre, como siempre. 
Dudo, pero unas palabras cruzadas con el Hombre que Susurra a las Cometas me dan el ánimo que necesito, y finalmente, este es el resultado:




Una increíble tarde de hydrofoil, con vientos entre 5 y 8-10 nudos, en la que me he lanzado a intentar trasluchar y virar, con un par de veces exitosas (entre los 30 intentos...), pero sé, por experiencia, que estoy en el camino, y pronto estaré cambiando de amura sin tener que caer al agua necesariamente.

Lo que parecía que iba a ser un rollo de fin de semana, ha sido en realidad una experiencia gratificante de principio a fin, y es que, la verdad, cuando uno llega a una edad, se aprende a disfrutar de casi todo lo que hace.

Sed felices, disfrutad. Vivid.

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