Vuelvo a visitar a Vernor Vinge, ese matemático y casi filósofo por sus apropiadas propuestas, que me encandiló desde la primera novela suya que devoré.
Del mismo modo he devorado ésta de la que ahora les hablo, A deepness in the sky, una obra realmente larga, a ratos dura de leer, pero que enamora casi desde el principio y hasta el desenlace final, en el que encontramos algunas consecuencias más o menos previsibles, pero también, y atendiendo a los antecedentes del autor, sorpresas que surgen no por ser un giro total y realmente inesperado por el lector... sino más bien por no contar todo anteriormente. De todas maneras, el efecto es adecuado y satisfactorio, y no en vano este libro, publicado originalmente 1999, ganó el premio Hugo en 2000.
También ganó los premios John Campbell Memorial y Prometheus del mismo año 2000.
Esta es, sin duda, una obra de calidad, y dada su extensión, se trabaja bastante en la caracterización de los personajes, que son muchos y variados, haciendo que amemos y nos identifiquemos con alguno, y que por supuesto odiemos a muerte a otros. No pasa de puntillas, ni mucho menos, sobre el origen de las facciones que se enfrentan, y hace que logremos una idea completa de los intereses en juego, que no son pocos.
Básicamente, la historia cuenta el descubrimiento de un planeta habitado por seres muy distintos a nosotros, las "arañas", cuyo modo de vida está fuertemente condicionado por la estrella alrededor de la cual orbita dicho planeta, que pasa unos 35 años encendida y 215 años apagada. A pesar de ello, su sique no difiere tanto de la humana, y tienen sus problemas familiares, laborales, sus guerras y tal y cual.
Los humanos se plantan allí cerca, esperando el momento de un próximo encendido de la estrella -llamada al efecto "On-Off"-, para con el resurgir de la actividad de las arañas, llegar a acuerdos comerciales y disfrutar de la tecnología que hubieran podido disfrutar. Pero no todo es tan sencillo, pues llegan casi al mismo tiempo dos facciones diferentes en objetivos y procedencia: por un lado los Qeng-Ho, unos mercaderes que llevan ejerciendo de tales durante miles de años; por el otro, los Emergentes, procedentes de una civilización que colapsó y que ha vuelto a resurgir, cuyos métodos son más violentos, apoyados por el descubrimiento y explotación de la tecnología del "enfoque", que convierte en verdaderos esclavos casi robots a aquellos infectados.
Una novela larga, repleta de intrigas, traiciones, dobleces, cambios de sentido, algún giro tan insospechado como interesante, acción, amor y desamor... y para variar deja un final abierto que veremos en qué desemboca. Para mí, la dejaría como está sin hacer ningún tipo de continuación.
Muy buena, en resumen, como todo lo que he leído de Vinge, con parte repleta de detalles clásicos, y otro tanto de ciencia ficción en su rama dura, todo bien explicado desde la física que conocemos.
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