Vienen muchas palabras a mi cabeza. Tantas, a veces, que me falta tiempo para plasmarlas.
Tengo ideas, van y vienen, pero reconozco mi torpeza en la ejecución mental de los proyectos, y mucho, infinitamente más, en la sublimación a la realidad.
Demasiados chispazos, embestidas neuronales, y poco tiempo o medios. Tiempo y dinero, ah, sí, esas cosas de las que carecemos. A menudo me pregunto qué me hace falta más, si el tiempo o el dinero. Supongo que depende del momento y de las expectativas.
Un buen escenario, el ideal juego de luces, ese color pastel que se usa tan poco para estas cosas, un poco de gusto, lo mínimo que se necesita (no es tan difícil, joder, hay tantísimo escrito sobre ese tema desde hace casi tres mil años...).
A veces no hace falta más.
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