La banda de terroristas ecológicos, dicho sea con total sorna y ánimo de cachondeo, queda aquí retratada casi al completo, a falta del que sujeta la cámara esa con la que se puede hablar por teléfono y navegar por internet.
Este es el que faltaba, probándose mi montura, extrañado de lo bien que iba para ser la única que llevaba gomas mixtas y no de tacos como todas las demás:
De los cinco, tres eran KTM 690R, consolidando un movimiento que ha llegado hasta nuestra zona. Una moto magnífica, potente, ligera, fiable, y única en su segmento al dejar de venderse definitivamente las equivalentes ofrecidas en su día por la competencia.
Sonrisas, alegría, felicidad. A la derecha podemos ver la única bicilíndrica del grupo, una estupenda BMW F800GS, con sus correspondientes defensas y aditamentos estéticos propios de la marca y sus dueños. Al fondo, casi oculta, la sempiterna XT660R de Lillo, el tío más feliz que conozco. En esta otra toma positivada a todo color, sentados en una terraza de San Bartolomé mientras degustamos unos reponedores de sales minerales y nos hidratamos, podemos verle riendo, como siempre:
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