Pronto entramos en faena, pistas anchas y totalmente rectilíneas, carente de emoción. Por lo menos, a las 9 de la mañana, la temperatura es agradable, y mientras disfruto de la soledad y el ronroneo de la 690, me voy preguntando a qué hora comenzará a hacer calor de verdad. Pronto lo descubriría.
Se me olvidó que el track transcurría por un tramo de arenas de unos cuantos km... lo hice en su día recién llovido y fue divertido y fácil. Ahora la cosa es distinta, todo absolutamente seco y con la moto con neumáticos mixtos... pero lo pasé sin problema, disfrutando. Esta GRAN MÁQUINA lo hace todo fácil. Oh, maravilla.
Llegamos a San Bartolomé y tomamos una pista fácil de gravilla y llena de curvas, con sus subidas y bajadas. Ritmo tranquilo. El sosiego es total. Van pasando los minutos y los grados centígrados suben inexorablemente.
Pronto llego a unas dehesas dedicadas a la cría de vacuno. Voy abriendo y cerrando vallas que separan los diferentes campos de cría. El paisaje va variando en composición y tonalidades.
Por fin llego a Alosno. Siempre me acuerdo de mi brother in law, Jose Carlos, que de pequeño decía (porque así creía que era) "fandangos a los meros"... jijijijiji
La preceptiva tostada con aceite, tomate y jamón de la pata, café, un rato de descanso a la sombra leyendo la prensa en el celular:
Restos de lo una vez fue un delicioso y pequeño manjar |
Me he hecho muy amigo de la 690, que se ha portado maravillosamente tanto fuera como dentro de la carretera, donde sorprendentemente se comporta casi como una deportiva.
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