Faro es popular entre los kiteros de Sevilla y Huelva porque cuando entra Levante fuerte en el estrecho, es el único lugar, Tarifa aparte (claro está), en el que se puede navegar. Pero hay otras consideraciones a tener en cuenta: se trata de un sitio poco urbanizado, apenas unas casas de pescadores, y toda una barra de arena de más de un kilómetro en estado prácticamente virgen, con la ría de Faro a un lado, y la playa de mar abierto al otro.
La ría es como todas las rías: sometida a las mareas entrantes y salientes, y al principio de la misma, que es por donde aparcamos los coches, se encuentran diversos botes y barquitos de pesca, muertos, boyas, y todo tipo de obstáculos flotantes que pueden ser peligrosos para la navegación. Pero sólo en la parte inicial, porque a medida que avanzamos hacia el final de la barra, todo se vuelve diáfano y precioso y perfectamente plano. Hay espacio de sobra, sobre todo con la marea alta. Se hace pie en casi todas partes, lo que es un plus para aprender a navegar o lanzarse a tirar nuevos trucos, con la seguridad que da para levantar la cometa si ésta se estrella, o facilidad para recuperar la tabla. No obstante, mucho ojo porque hay zonas de arena y otras de algas plagadas de conchas, ostiones y otros bichejos que no tendrán piedad con la planta de tus pies.
El Levante que pega aquí es un poco offshore, viento terral, y navegar en el mar puede ser peligroso. Pero hay otra complicación añadida: las olas. Si se dan las condiciones, se forman unas buenas olas surfeables, que rompen de izquierda a derecha, ordenadamente... ¡y con fondo de arena!
¿Qué más se puede pedir? Pues sí, se puede pedir, jajajjaa. Si hay Levante, que es lo normal, hay que darse un paseo de veinte minutos por un camino de tablas para llegar a la zona buena, pero se pasa en un plis-plas.
Yo he navegado aquí con ese Levante, que estuvo para cometa grande, más bien flojo pero se pudo aprovechar, sobre todo cuando bajó del todo, gracias al skimmy del maestro Oliveira. Desde aquí mi agradecimiento por compartir el juguetito mientras él cogía un resfriado dando clases a un par de cursillistas.
Pero el primer día que fui allí, con el maestro y Javi, fue prácticamente una experiencia orgásmica. El viento venía bastante anortado, y fuerte, y nos permitió remontar la ría navegando, hartarnos durante tres horas, y volver por la misma ría haciendo un downwind. ESPECTACULAR.
Sin más dilación, paso a colgar unas instantáneas inmortalizadoras de la experiencia del segundo día:
Abraham, Manolo, un par de cursillistas, Julen y el menda con gorrito para cuidar la calva del frío |
Panorámica hacia el lado contrario. Desde las casas del fondo tuvimos que caminar. |
Bodegón: colección de Switchblades |
Tres tercios me tomé, para reponer sales. Se nos ve felices. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comente, quédese a gusto, pero si firma como anónimo nadie lo verá.